Javier Agreda

La poesía de Georg Trakl

El gran escritor expresionista austriaco

La poesía de Georg Trakl
Javier Agreda
10 de diciembre del 2021

 

Perteneciente a una brillante generación de escritores en lengua alemana –la de Kafka, Hesse, Musil, Broch- el austríaco Georg Trakl (1887-1914) desarrolló durante su breve vida (se suicidó a los 27 años de edad) una valiosa obra poética centrada en la decadencia y la corrupción de la humanidad, y que los críticos han interpretado como un reflejo de la grave crisis europea que precedió a la Primera Guerra Mundial. 

Georg Trakl nació en Salzburgo, el 3 de febrero de 1887. Allí realizó sus estudios escolares y comenzó a publicar poemas y a escribir pequeñas obras teatrales, algunas de las cuales fueron llevadas a escena. Estudió farmacología en la Universidad de Viena entre 1908 y 1910, viajando después a Innsbruck a trabajar en el servicio de sanidad del ejército. En esta ciudad se integró al grupo de escritores de la revista Der Brenner, y su poesía comenzó a alcanzar reconocimiento. Su primer libro de poemas fue publicado en Leipzig, en 1913, por Kurt Wolf, el mismo editor que descubrió a Kafka. Paralelamente, seguía escribiendo obras teatrales, entre ellas una versión trágica del Don Juan.

Sus primeros poemas están escritos en formas estróficas simples (con versos rimados y de la misma métrica) y remiten a los paisajes, urbanos o campestres, en los que el autor vivió su infancia. Pero en la descripción de estos paisajes, casi siempre nocturnos –la crítica ha señalado que la palabra Abend, anochecer, es la más usada por el poeta– hay elementos (símbolos, colores, personajes) en los que se manifiesta una muy personal visión del mundo, sumamente oscura y pesimista, típica del expresionismo: “El mirlo se lamenta entre las deshojadas ramas./ Rojos racimos se balancean contra las herrumbrosas verjas/... como niños pálidos que hacen ronda a la muerte”.

Una serie de sucesos trágicos marcarían los últimos años del poeta: la muerte de su padre, la grave enfermedad de Grette, su hermana más querida (algunos estudiosos dicen encontrar en los poemas pruebas de una relación incestuosa), las crisis producidas por su adicción a varias drogas, y el inicio de la guerra. Estuvo en el frente de combate y participó, como oficial del servicio médico, en la batalla de Grodek. El horror de esa experiencia le hizo intentar suicidarse, pero no consiguió su propósito y fue internado en el hospital psiquiátrico de Cracovia. En ese hospital, algunos meses después, Trakl moriría por una sobredosis de cocaína.

Los poemas de estos años son aun más sombríos, aunque hay en ellos una mayor libertad formal –llegando incluso al poema en prosa– y el peculiar universo subjetivo que asomaba en los textos iniciales se muestra más abiertamente: “se vuelve gris el mísero verdor al marchitarse en las ventanas... y los corazones sangrantes no dejan de pensar en el mal”. La crítica ha llegado a identificar hasta cuatro etapas dentro de esta obra, publicada casi toda póstumamente. Pero los temas y motivos se mantienen, por lo que el filósofo Martin Heidegger, quien dedicó (como Wittgenstein, Rilke y otros) varios ensayos a la poesía de Trakl, llegó a afirmar que toda esta obra podía ser interpretada “como el desarrollo de un solo poema”.

Javier Agreda
10 de diciembre del 2021

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