Cecilia Bákula
La peruanidad: una reflexión siempre actual
En Arequipa se llevó a cabo el Congreso “Peruanidad: ¿Qué nos une a los peruanos?”

Fue Víctor Andrés Belaunde quien, a mediados del siglo XX, acuñó el término de “peruanidad” para definir la esencia de nuestra propia identidad nacional. Señaló los elementos que nos unen a quienes nacimos y vivimos en este país, y que estamos asociados por una serie de elementos que, no siempre son fáciles de percibir e identificar. Elementos que, sin duda, encuentran sus raíces en la esencia andina y española, en la riqueza del mestizaje que se afianza permanentemente con el aporte de otros grupos culturales
Peruanidad fue, pues, el título de una obra importante, cuya primera edición apareció en 1943 y la segunda en 1957. Belaunde trataba de dar respuesta a esa búsqueda inacabada de razones para entender qué somos los peruanos. Ya pensadores como Riva Agüero, Porras y Mariátegui se habían cuestionado el tema, y este último había escrito en 1928 que “la nueva peruanidad es una cosa aún por crear”.
En tanto es una pregunta que sigue siendo actual, y que hoy tiene máxima vigencia, deseo destacar el aporte realizado recientemente por la Universidad Católica San Pablo de Arequipa, entidad que organizó y realizó un exitoso primer Congreso al que tituló “Peruanidad: ¿Qué nos une a los peruanos?”. La academia es, quizá, la más llamada a motivar y propiciar una profunda reflexión sobre el tema pues, estando en la política, pero al mismo tiempo al margen de la mezquindad grosera de la actual política, está en capacidad de proponer esa reflexión alturada y necesaria que busca tender puentes, acercar a los extremos. Y en todos los casos, también generar espacios en donde las razones, la realidad, los datos y los relatos, la ciencia y el conocimiento, la historia y la tradición ofrezcan luces a este país hoy tan confundido y tan tristemente exacerbado hacia la división y la fragmentación.
No es un secreto que Arequipa es cuna de grandes hombres, de movimientos que cambiaron el curso de nuestra historia, de conciencia colectiva e identidad. Y quizá esa misma certeza regional sea el acicate necesario para que el Perú despierte y rechace el discurso barato de enfrentamiento que a diario venimos recibiendo, para que se nos permita escuchar voces de cordura basadas en la realidad de nuestra propia esencia.
No dudo que haya quienes elevan su voz discordante o por incapacidad intelectual o por intereses perversos y subalternos. Pero ante esas voces peligrosamente disonantes, debemos hacernos oír quienes sabemos y creemos que la fuerza del Perú está en su esencia, en su identidad, en su “peruanidad”, en su variada riqueza, en su gente de diversos colores. Y que todo ello, extraordinario por cierto, es producto y razón de un rico mestizaje que no debe ser denostado ni ocultado porque la historia no se esconde, la historia se conoce. No somos hijos ni de vencidos ni de vencedores, decía el entrañable doctor José Antonio del Busto; somos peruanos y eso ya es una potente realidad.
En este primer congreso que reseño, la búsqueda de esa peruanidad, de la que ya hablaba el propio Garcilaso cuando, estando en España, añoraba el Perú desde su propia perspectiva –siendo él, el primer mestizo del Nuevo Continente–, se abordaron varios temas transversales: el territorio, las instituciones, la lengua, la religión, el mestizaje, el patrimonio cultural y las tradiciones. En un diálogo abierto y profundo, en el que todas las disciplinas pueden tener cabida, se percibió la necesidad de que sea una constante la reflexión sobre lo que nos une, nos identifica y nos oriente en el respeto al otro, a la alteridad, a la búsqueda de ello que nos une. Lo que tenemos de peruanidad es mucho y lo que compartimos, de mil maneras debe ser conocido, rescatado, defendido y promovido.
En estos tiempos en los que la confrontación parece ser la manera de entendimiento –es decir, la manera oficial de promover el no entenderse–, es obligación de todos, y de la academia, promover el diálogo y motivar esa esperanza hacia el futuro que nace del conocimiento que se fundamenta en la verdad. La verdad del Perú está en su esencia mestiza, diversa y es en esa diversidad en la que nos debemos encontrar y afianzar con lazos que nacen de la historia, la tradición, el territorio, la cultura, la fe, las costumbres. Es necesario entender que el insistir en la división, el odio, el desconocimiento de la realidad de nuestra esencia mestiza, solo traerá más confusión y menos posibilidad de conocer nuestra esencia; más pobreza moral y menos capacidad de ver en conjunto el futuro. Unidos en la poderosa fuerza de nuestra riquísima herencia milenaria, mestiza, antigua y contemporánea, podemos ser potentes y triunfadores. Nos toca abrir los ojos para no dejarnos engañar.
En Arequipa, se hizo patente la necesidad de esa reflexión constante sobre la esencia del país y se vivieron jornadas de rica y profunda esencia de peruanidad. Es imposible no expresar agradecimiento a la Universidad Católica San Pablo, en la persona de su rector, el doctor Alonso Quintanilla Pérez-Wicht quien, en un magistral discurso de cierre logró hacer conciliar la fuerza, la crisis, la intensidad, los acontecimientos inesperados, la alegría y el dolor, los cambios y la esperanza de nuestra historia nacional, a partir de una singular y muy lograda interpretación de la Rapsodia Peruana de Claudio Rebagliati.
Siendo la peruanidad una realidad que existe, es necesario, entonces concluir que la nuestra, es una existencia que en sí misma, puede ser vista como un problema, pero es al mismo tiempo una posibilidad que nos anima pues, como dijo Jorge Basadre, tenemos aún que hacer realidad la “promesa de la vida peruana”.
COMENTARIOS