Raúl Mendoza Cánepa

La paisana Jacinta y otras penas

El racismo juega contra la ciudadanía

La paisana Jacinta y otras penas
Raúl Mendoza Cánepa
25 de octubre del 2020


Si hay una mala entraña es el racismo. No es que un personaje televisivo sea su malévola expresión; pero puede promoverlo, y ya sabemos lo que puede pasar. Una resolución judicial ordenó que no se transmita más
La paisana Jacinta “por vulnerar los derechos a la dignidad humana, igualdad y no discriminación, al honor y la buena reputación y a la identidad étnica y cultural de las mujeres andinas”. Para un liberal puede ser un despropósito que dé pie a una seguidilla de censuras ¿Seguirá “La chola Chabuca”? ¿Los personajes de Tulio Loza, borrados de la memoria? ¿Todo lo que aluda a raza debe quitarse de en medio? ¿Y el gringo Karl? ¿Qué hubiera sido hoy de Sofocleto? 

En el Perú el racismo corre en todos los puntos con trazos que tocan a todos. Choleamos, chineamos, gringueamos y negreamos. Y con cada uno creamos un estereotipo que llega a afectar las relaciones sociales, porque atribuimos a las personas condiciones que no tienen. La raza no existe, es un matiz superficial que no toca las múltiples capacidades intelectuales y morales. Sin embargo, los medios refuerzan atribuciones falsas: la criollada, la propensión al delito, la ingenuidad… porque no se diga que el racismo solo toca a un lado. Ni siquiera nos atrevemos a decir que alguien es blanco: es “blanquiñoso”, esto es, lavado o desteñido.

Nada hay más obtuso que juzgar por el origen; pero obtuso es asumirlo como insulto “fiero”. Lo es en una república sin ciudadanía. El racismo procura destruir el principio de república para tornar a una comunidad subjetivamente desigual. Y eso es lo que nos sugiere la paisana Jacinta, que la raza existe y que ese es el paradigma; y sobre esa base clasifica, como si entre nuestros dieciséis tatarabuelos no hubiera múltiples variantes que se representan en nuestro torrente sanguíneo. 

Quizás estereotipar la raza en sí no sea tan importante como el impacto de potenciar creencias sobre ella en el siglo XXI, cuando el origen realmente ya no cierra tantas puertas. Si el racismo excluía tanto, hoy no tener dinero para pagar una maestría te hace menos, te cierra (al margen de tus habilidades). Magíster o doctor van por delante, como los títulos nobiliarios con que competimos. Tras sustentar mi tesis, alguien susurró: “No te la creas, solo eres licenciado”. Lo demás era invertir desde mi escasez para no perpetuar esa nueva desigualdad, a la que poco le importaban mis habilidades y lecturas. Sin esa inversión hasta enseñar en la universidad sería una puerta cerrada. Debes ser doctor, casado, sociable, de buen distrito ¿Falta algún requerimiento? ¡Y hablamos de república! 

El racismo es, así, solo uno de los tantos problemas que juegan contra la ciudadanía. ¿Qué decir de los obesos en una cultura que promueve la belleza? Blanco, esbelto, bello o bella suenan a virtud ¿Han escrito el manual del perfecto influencer? ¿Qué aplicaciones blanqueadoras y adelgazadoras usas siempre en redes? Han quitado a La paisana Jacinta, pero ¿podrán eliminar  todos tus prejuicios?

Raúl Mendoza Cánepa
25 de octubre del 2020

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