Javier Agreda
La narrativa de Clemente Palma
Cuentos malévolos y novelas fantásticas

Hijo del reconocido autor de las Tradiciones peruanas, Clemente Palma (Lima, 1872-1946) fue uno de los escritores más importantes de la escena literaria peruana de inicios del siglo XX. Pero es más recordado por sus irreverentes críticas a los primeros poemas de Vallejo y Eguren que por su valiosa contribución a la modernización de nuestra narrativa. Sus cuentos combinan el estilo y la retórica modernista con una temática centrada en lo macabro y mórbido (a la manera de Edgar A. Poe); pero también con lo fantástico, lo cosmopolita y las reflexiones estéticas.
Con una sólida formación literaria, adquirida tanto en su hogar como en el Colegio Lima (fue condiscípulo de Chocano) y la Universidad de San Marcos, Clemente Palma comenzó a publicar poemas, ensayos y relatos en revistas y diarios limeños, mientras consolidaba su carrera de abogado y diplomático. Llegó a ser nombrado cónsul peruano en España (1902) y en ese país, en Barcelona, publicó el libro Cuentos malévolos (1904), que contó con un elogioso prólogo de Miguel de Unamuno. Un libro fundador de la tradición cuentística peruana, y al que seguirían, años después, El Caballero Carmelo (1918) de Valdelomar y los Cuentos andinos (1920) de López Albújar
El crítico y narrador Ricardo Sumalavia explica en el prólogo de Clemente Palma. Narrativa completa (PUC, 2006) que los Cuentos malévolos son mucho más que simples imitaciones de los relatos de Poe. Escritos con “léxico sonoro e imágenes sugerentes”, estos cuentos giran en torno a la muerte (“un medio de liberación, una huida del tedio y del desencanto”) y sus protagonistas siempre procuran “la restitución del ideal estético de la belleza”, aunque eso los conduzca hacia lo fantástico, lo grotesco, o a las peores manifestaciones del mal. “Los ojos de Lina ” y “La granja blanca ”, los más conocidos cuentos del libro, son historias de pasiones amorosas que, llevadas al límite, alcanzan extremos de crueldad y horror.
A su regreso a Perú, Palma se dedicó más al periodismo y la política. Fundó y dirigió las revistas Prisma (1905-1907) y Variedades (1908-1930) y fue nombrado diputado por Lima en 1919. Poco antes había publicado la novela corta Mors et vita (1918), incluida luego en su libro de cuentos Historietas malignas (1925). La carrera política de Palma acabó abruptamente en 1930, cuando el golpista comandante Sánchez Cerro lo arrestó y deportó a Chile. En el exilio Palma escribió, en apenas cuatro meses, el libro XYZ. Novela grotesca (1934) que desarrolla una historia muy similar a la de la novela La invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares, una de las cumbres de la narrativa fantástica latinoamericana.
Clemente Palma dejó sin concluir un par de novelas: Longhino (1902), de temática bíblica, de la que llegó a escribir seis capítulos; y La nieta del oidor, de la que solo se conservan algunos fragmentos. También dejó inédita una serie de Cuentos verdes —relatos en la línea de las Tradiciones en salsa verde, de Ricardo Palma—, así como una docena de cuentos no recogidos en libros.
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