Manuel Gago
La libertad y la democracia amenazadas
Vizcarra es sinónimo de populismo

Por el “repugnante comportamiento autoritario de los gobiernos”, que utilizan como excusa la pandemia del coronavirus para imponer políticas totalitarias, el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA) advierte sobre los intentos de eludir las normas, endurecer los controles políticos, acumular poderes y restringir los derechos humanos para fortalecer la vigilancia estatal. El Instituto, con sede en Estocolmo (Suecia), señala que “la democracia está bajo amenaza y las personas que se preocupan por ella deben reunir voluntad, disciplina y solidaridad para defenderla. Están en juego la libertad, la salud y la dignidad de las personas”.
Eso es exactamente lo que sucede en Perú. Además de la imposición de protocolos absurdos para cualquier cosa, los asesores del presidente de la República, Martín Vizcarra, mostraron sus garras totalitarias al pretender intervenir –con propósitos estatistas– las clínicas privadas, alegando cobros excesivos a los pacientes con Covid-19. Vizcarra –ni tonto ni perezoso– aprovechó, magnificó y sacó de contexto las denuncias para mostrar un supuesto liderazgo. Los convenios entre las clínicas y el Estado, que debieron resolverse en los primeros días de la pandemia, se hacen vigentes cuando la cuarentena por el coronavirus finaliza.
El escándalo es mediático. El mandatario hace cuestión de Estado por los exorbitantes pagos que se realizan a las clínicas, por medio de las compañías de seguro y convenios, al 5.1% de la población. Según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2017, del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 44.4% de la población es beneficiaria del Seguro Integral de Salud (SIS), el 24.8% del Seguro Social de Salud (EsSalud), el 5.1% de seguros privados, privados, militar, policial y otros y, el 1.1% de dos seguros. Por el Censo, el 24.6% de la población no es parte de ningún sistema de seguro médico. Asimismo, el 90% de las 120 clínicas se ubica en Lima. Y solo el 10% de las camas disponibles del sistema hospitalario peruano son parte de las clínicas privadas. Es evidente, entonces, el abandono del 94.9% de la población por parte del Ejecutivo.
Por popularidad, Vizcarra se ocupa de un grupo pequeño de personas –no por ello menos importantes– que acude a las clínicas privadas o es transferida a ellas por el sistema de salud pública, mediante convenios en proceso entre el Estado y las clínicas. Los precios de los servicios médicos propuestos por las clínicas estuvieron en espera sin que el Ejecutivo de Vizcarra señalara su conformidad o disconformidad. No hubo imposición de precios. Miente Vizcarra al señalar lo contrario. Así de simple.
No obstante sus fracasos, el mandatario se victimiza. “Nos exigen resolver los problemas del país en cien, esos que no se han resuelto en cien años”, señaló. Declaraciones típicas de alguien que intenta evadir sus responsabilidades. Por el mal manejo de la cuarentena, Vizcarra pierde la guerra contra el coronavirus e intenta culpar a las clínicas y “ciudadanos desobedientes” que salieron a trabajar abandonando el encierro. La cuarentena se rompió cuando la gente salió a las calles a reclamar los bonos y alimentos anunciados por el mandatario. Mientras eso, grupos de funcionarios públicos recibían –sin corresponderles– bolsas de alimentos y bonos; asimismo, durante el confinamiento les entregaron kits de bioseguridad (cajas de guantes, litros de alcohol gel y mascarillas).
Por los errores de Vizcarra la economía, las instituciones del Estado y las bases sociales del país son destruidas. El Ejecutivo continúa con la estrategia del terror en lugar de ofrecerle a la población docencia, confianza y tranquilidad para apaciguar sus temores. Vizcarra inventa opositores para mantener a flote su popularidad y hacerle creer a la población que el fracaso de la lucha contra el coronavirus no es por la estrategia equivocada diseñada por los asesores de Palacio de Gobierno. Estos negaron la participación de las Fuerzas Armadas, iglesias y sector privado. Hubieran aportado bastante. En cambio, Vizcarra decidió gastar y mal, generando actos de corrupción por investigar.
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