Arturo Valverde

La ira de Steinbeck

El arduo trabajo para que la prosa suene bien

La ira de Steinbeck
Arturo Valverde
26 de agosto del 2020


He dedicado estos últimos días a revisar algunas obras que me impactaron en su momento, y que han adquirido un mayor significado para mí, específicamente por el trabajo de sus autores. Es el caso, por ejemplo, de las obras de John Steinbeck, uno de los escritores a los que regreso cada cierto tiempo, porque siempre me ha impresionado su cuidado y dedicación para lograr un párrafo "perfecto", por decirlo de algún modo. 

Algunos fragmentos de su obra Las viñas de la ira, son testimonio del trabajo arduo; horas de horas, seguramente, dedicadas por el autor a corregir y corregir el texto hasta que no solamente se pudiera leer bien, sino también para conseguir que suene bien. Si leemos uno de sus párrafos en voz alta, se puede percibir que detrás de estas páginas, está el empeño para lograr que el párrafo suene bien, que tenga melodía. Y no solo eso, otro de los detalles que siempre ha llamado mi atención en algunos libros de Steinbeck, como Al este del Edén o Las uvas de la ira, es además el esfuerzo del autor para erradicar cualquier “queísmo”. Así, por ejemplo, en el capítulo tres de Las uvas de la ira, y en otras partes del libro también, se puede advertir la inexistencia de un solo “que”; es rarísimo encontrar más de dos en una misma página. Este hecho no podría deberse al dictado simple, a la escritura veloz, sino al trabajo de parte del escritor por mejorar y mejorar, cuantas veces sea necesario, el párrafo con tal de lograr su cometido: que suene bien, que se lea bien. 

Si disfruto de las obras de Steinbeck, también lo hago con los cuentos de Arthur Conan Doyle, Chéjov, y los libros de Tolstoi. Y cuando leo a todos ellos, a veces recuerdo un viejo debate –tonto debate, diría a estas alturas–, acerca del uso de términos aparentemente simplones, recursos simples, como señalan algunos autores cada vez que encuentran un “de pronto”, “entonces”, “cuando”, “que” en algún libro. Recuerdo que el uso de estas palabras solía ser sinónimo de la falta del manejo del lenguaje por parte de un escritor. Pues, resulta que si Steinbeck rehúye del “que”, sucede lo contrario en los cuentos de Conan Doyle. ¿Existe una manera “correcta” de escribir? ¿Un mandamiento que nos diga: “así se escribe y así no”? No lo creo y, por el contrario, la manera en que cada uno enfrentó el papel parece haber cumplido su propósito para transmitirnos sensaciones tan diversas entre una y otra obra. “Cuando”, “de pronto”, se encuentran repetidas veces en las obras de Conan Doyle, y son lecturas realmente apasionantes y entretenidas. Tanto como las lecturas de Steinbeck, y la eliminación del “queísmo” a lo largo de sus oraciones. Como si en lugar de “las viñas de la ira”, el autor sintiera una cierta “ira” por el “que”.

Arturo Valverde
26 de agosto del 2020

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