La gran mutación

Según el sociólogo italiano Luca Ricolfi, en el mundo occidental se ha dado una mutación estructural del sistema político; tanto la izquierda como la derecha han cambiado su DNA. La izquierda ha perdido tres cromosomas fundamentales: la defensa de los débiles de la sociedad, la libertad de expresión y el logro de igualdad a través de la cultura. Es interesante esta apreciación que proviene de un pensador de izquierdas, estudioso riguroso de los temas laborales y defensor de los derechos sindicales en Italia.

Antes la izquierda admiraba al obrero, una figura social que ha dejado de estar de moda porque ha sido incluido en el progreso capitalista. Esa figura ha sido reemplazada por el inmigrante, una figura nueva y romántica, que viene a trastocar el pasado. De ahí el cosmopolitismo cultural y el rechazo a las identidades nacionales, valores que irritan a los sectores populares.

El abandono del valor de la libertad de expresión por parte de la izquierda se refleja en la adhesión acrítica a los dictámenes de lo políticamente correcto. Ello deriva en agresión verbal (a veces hasta física), además de censura a quienes no comparten esas ideas.

La defensa de la alta cultura fue abandonada por la izquierda en la década de 1960, cuando se volcó a criticarla por considerarla una cultura de clase y un instrumento de dominación, al mismo tiempo que apoyó un régimen educativo en el cual “todos deben ser aprobados”. La consecuencia ha sido el empobrecimiento del sistema educativo en su conjunto, con lo cual los sectores más débiles de la sociedad han visto perder el único canal de ascenso que estaba a su disposición. Mientras que los sectores más pudientes pueden subsanar las deficiencias del sistema educativo mediante el acceso a la educación privada y a internet de alta velocidad.

Según Ricolfi esta mutación obedece al hecho que izquierda y derecha tienen una percepción distinta de lo que es el “progreso”. La izquierda, en especial la izquierda oficial, tiene una visión iluminista de los procesos de modernización. Para ella, la historia del capitalismo – si bien entre muchas contradicciones – es una secuencia de conquistas progresivas: revolución de las costumbres, extensión del bienestar (consumismo), derrumbamiento de las fronteras, mercaderías y tecnologías a precios más bajos, acceso universal a internet, cosmopolitismo, apoyo a las minorías, caída de los tabúes sexuales. Todas estas cosas habrían “hipnotizado” a la izquierda oficial.

Nunca como hoy, es tan grande el abismo entre los temas que apasionan al mundo de arriba: ecología y transición digital, derechos y recepción de migración masiva; eutanasia y liberalización de las drogas; restaurantes y vacaciones; juego y entretenimiento; sexualidad y social media. Mientras que los problemas que deben enfrentar los que viven en el mundo de abajo son: búsqueda de empleo; temor frente al paro económico; pagar la boleta de los servicios básicos; enfrentar un gasto médico imprevisto; llegar al fin del mes; vivir y protegerse en barrios degradados.

Ricolfi termina diciendo que “el lado oscuro del progreso” no es una invención de la derecha, pues estaba bien enraizado en las preocupaciones de los pensadores de la izquierda primigenia. Añade: “Ahora toca preguntarnos si la locomotora de la historia nos está llevando a magníficas situaciones de progreso o nos está llevando al abismo. Un ejercicio que la derecha está haciendo desde hace años y que a la izquierda oficial ya no interesa hacer”. El libro de Ricolfi es del 2022, lo que allí afirma ayuda a entender los resultados electorales recientes en Europa.

* Reseña del libro de Luca Ricolfi “La mutazione. Come le idee di sinistra sono migrate a destra”. Ed. Rizzoli. Milano, 2022.
Traducción: “La mutación. Como las ideas de izquierda han migrado hacia la derecha”.