Neptalí Carpio

La fragua del capitalismo norteño

La fragua del capitalismo norteño
Neptalí Carpio
18 de diciembre del 2015

Sobre el crecimiento acelerado pero caótico del norte del país

Recorrer regiones como Lambayeque, la Libertad y Piura, en medio de la vorágine electoral, es una buena ocasión para comprobar los contrastes del desarrollo capitalista del norte del Perú, que tiene en la agroindustria, la construcción y el comercio sus más claras expresiones. Desarrollo que ha dado lugar a un acelerado crecimiento de sus ciudades capitales de región como verdaderas metrópolis y, en su entorno o cuencas, a otras ciudades intermedias, medianas y pequeñas.

Salta a la vista el carácter dual de esta intensa fragua capitalista. Se observa, de un lado, la modernización de empresas azucareras como Casagrande, Cartavio y Laredo en la Libertad, convertidas en sociedades anónimas con I72,000 hectáreas, dejando atrás el viejo cooperativismo colectivista. La otra cara es Lambayeque donde empresas como Pomalca, Cayalti, Tumán Pucalá y Pátapo, con 62,600 Has siguen empantanadas por la incertumbre legal, la judicialización de sus gestiones administrativas y el actuar de grupos empresariales advenedizos que quieren apoderarse de esas ex cooperativas utilizando influencias mal habidas en COFIDE, corrompiendo jueces y utilizando todo tipo de artimañas. Pero, pese a todo, el cultivo de la caña y la industria del etanol avanzan.

Trujillo, Chiclayo y Piura son ya verdaderas metrópolis con zonas residenciales, conos populares y Malls de la misma dimensión que la capital de la república, y donde, pese a la desaceleración económica, se consolida la clase media y una clase capitalista. Se percibe, sin embargo, que si sus gestiones ediles y regionales no ejecutan estrategias de planeamiento urbano pronto sus calles quedaran saturadas por el desorden del transporte y la informalidad. A pocos metros del casco urbano central de Trujillo, alrededor del Cluster del calzado, se puede recorrer interminables zonas de comercio ambulatorio, venta de contrabando, prostitución y zonas donde campea la delincuencia.  

La mejor opción para sus nuevas generaciones está en la emergente agroindustria, por su alta capacidad de generación de empleo, nuevas inversiones e instalación de tecnología de última generación en donde se cultiva productos como el esparrago, el mango y la uva. En el registro del Ministerio de Agricultura se puede encontrar 321 empresas que cultivan, empacan y/o exportan productos como limón, mango, esparrago, uva, arroz y algodón en las tres regiones. En Piura podemos encontrar 244,000 hectáreas de alta calidad y con la mayor infraestructura de riego del país por el almacenamiento de 600 millones de m3 de agua en los reservorios de Poechos y San Lorenzo. Piura es la región productora líder en mango y limón, así como la segunda productora de arroz. Fenómeno similar se puede observar en las tierras que se riegan con agua de la represa Gallito Ciego, en La Libertad, y Chavimochic. Y pronto podremos observar la ejecución del Proyecto Alto Piura que habilitará 48,000 nuevas hectáreas agrícolas.      

Se notan inversiones extranjeras, jóvenes empresarios peruanos en el mundo de la construcción y el comercio y una nueva clase trabajadora que debería mejorar en sus derechos laborales. Es aquí donde cobra importancia la necesidad de fortalecer la educación técnica para mejorar el capital humano. Es un desafío que deberían afrontar las numerosas universidades y sus subsedes que uno puede encontrar por todos lados en el norte.  

Los candidatos a la presidencia de la república deberían realizar propuestas concretas para el norte del Perú para que en los próximos años se revierta esa imagen – que tiene asidero en la realidad - de ciudades con altos niveles de delincuencia, donde circula la mayor cantidad de droga del Perú y donde el consumo de bebidas alcohólicas ha aumentado exponencialmente en ciudades como Trujillo y Chiclayo.

La fragua del desarrollo capitalista en el norte debe traducirse en la consolidación de una clase empresarial sana, trabajadores con mejores derechos y ciudades más rápidamente conectadas, con mayor planeamiento, para evitar que sean atrapadas por la informalidad, el desorden urbano y el delito.                     

Por: Neptalí Carpio

Neptalí Carpio
18 de diciembre del 2015

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