Ángel Delgado Silva

La crisis política no termina

En el fondo, se trata de una crisis constitucional

La crisis política no termina
Ángel Delgado Silva
06 de agosto del 2020


La juramentación del nuevo Gabinete, presidido por Walter Martos, contra lo que se cree, no finaliza la turbulencia política.
Prima facie, salvo pocos cambios, es el mismo elenco ministerial que no tuvo la luz verde del Congreso. Además su jefe, un ex–militar formado en las reglas castrenses, no parece ser el más idóneo para moverse en los meandros del quehacer político. De partida no hay factores nuevos para salir de la crisis ni restañar los vínculos quebrados.

Sin embargo, eso es lo menos importante. Lo ocurrido en la madrugada del martes 4 de agosto sí posee una trascendencia no advertida aún. En los 27 años de vigencia de la Carta de 1993, el potencial explosivo del Art. 130º constitucional permaneció soterrado. La prudencia y sentido práctico congresal convirtieron a la presentación del Consejo de Ministros en un asunto de mero trámite, una cuestión irrelevante, un rito con final preestablecido: el voto de confianza. Así fue, a pesar de las animosidades y tensiones siempre controladas, por agudas que fueran. Nadie dudaba que todo flamante Gabinete debería funcionar y, a su vez, el Congreso no tenía por qué impedirlo. Ni siquiera mediante la abstención. Al evidenciarse que ese tipo de voto era una negación de la confianza, el Parlamento de entonces reculó y cumplió lo estipulado.

Pero el martes 4 se rompió dicha tradición, y los congresistas descubrieron el potencial de una prerrogativa absolutamente legítima. Ahora la conformación del equipo ministerial no será privativa del Presidente, sino una tarea de consuno con el Parlamento. Nos guste o no, eso dice el artículo 130º. Y si nos atenemos a la Carta Magna, ambas partes escogen a los ministros de Estado. ¡Así de concreto!. 

Por cierto, esta parlamentarización del Ejecutivo es una figura extraña e incluso incompatible, para un régimen presidencialista como el peruano. Lo mismo que la cuestión de confianza, utilizada por Vizcarra para cerrar al Congreso. El hecho que estos institutos estén en la Constitución, revela que la crisis política presente es en el fondo una crisis constitucional. Y, por lo tanto, su resolución no se reduce a la simpatía o buenas maneras de los ministros. Será menester corregir esta falla en la arquitectura constitucional.

A diferencia de los sistemas parlamentaristas, donde el Gobierno emerge del Congreso siendo necesario el voto de investidura, en los presidencialistas, donde el Jefe de Estado es Jefe de Gobierno, el Presidente elige a sus colaboradores sin la anuencia de nadie; menos del Parlamento, por la separación de poderes. En consecuencia, debe eliminarse el entuerto conforme a la tradición constitucional peruana. Recordemos que en la Constitución de 1979, luego de la exposición del Premier se daba el debate y al concluir se levantaba la sesión. ¡Ninguna confianza se votaba!

Ángel Delgado Silva
06 de agosto del 2020

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