Neptalí Carpio

La anemia de los ricos

Un problema que afecta a toda la sociedad peruana

La anemia de los ricos
Neptalí Carpio
15 de febrero del 2019

 

Quien crea que el problema de la anemia en el país es solo un drama de los sectores pobres está totalmente equivocado. Los últimos informes del Ministerio de Salud y del INEI han señalado que en los distritos de San Isidro, Miraflores, Magdalena, Surco, San Borja y otros, este problema va en aumento. En la capital, la cifra de niños con este mal se elevó en un 8% el año 2018. En todo el país la cifra está entre el 41% y 43%, mientras que en la clases media y alta bordea el 28%, algo realmente sorprendente.  

¿Qué estará sucediendo para que en estos distritos mesocráticos o de clase alta se haya reportado esa baja de hierro en el organismo, disminución de la hemoglobina, menor oxigenación y problemas de aprendizaje? Buscar una respuesta es crucial para entender que la anemia no es solo un reflejo automático de la pobreza o el fracaso de los programas sociales, sino que es además —en el caso de las clases medias y altas— consecuencia del alto consumo de alimentos de mala calidad. Alimentos que pueden mantener con un buen peso a los niños, pero que no tienen componentes de hierro y otros que sirven para mejorar la hemoglobina. Es sintomático que también en estos barrios acomodados la presencia de niños obesos sea preocupante.

El diagnóstico sería más completo si se estableciera una coordinación e intercambio de información entre las entidades estatales con las clínicas privadas, en vista de que la mayoría de los niños, de las familias de las clases medias y altas, se atienden en estos establecimientos o en Essalud. El Ministerio de Salud ha señalado que quizá en estas clínicas los propios médicos no se imaginan, no hacen mediciones o entrevistas a los padres de familia para determinar las causas de este aumento de la anemia. La falta de un plan multisectorial, con sectores como Essalud y las clínicas privadas, impide este intercambio de información y concertar estrategias para revertir esta situación.

Sin embargo, no hace falta hacer mayores estudios para anticiparse en formular una hipótesis: en los últimos años en las clases medias y altas las familias han intensificado el consumo de una alimentación que puede ser cara, pero no tiene los micronutrientes que permiten que sus hijos fortalezcan la presencia de hierro en la sangre, elevando por tanto el porcentaje de hemoglobina. Crecientemente, los hogares de estos sectores no preparan los alimentos en sus casas, acuden al delivery o se alimentan en aquellos establecimientos donde predomina la oferta de productos con altos niveles de carbohidratos, grasas y azúcar.  El problema sería más grave porque las mujeres embarazadas, pertenecientes a este sector, no se percatan de que están alimentándose con productos que tienen escaso hierro (sobre todo de origen vegetal), ácido fólico y vitamina A, razón por la cual sus hijos ya nacen con problemas de anemia. Uno de los efectos de esta situación es el bajo rendimiento de los niños en la escuela.

El problema señalado muestra de manera clara la importancia de que el Estado, la sociedad, el sistema educativo y los medios de comunicación redoblen esfuerzos en torno a la educación alimentaria y la regulación de la presentación de los diferentes productos que se comercializan. Los hechos vienen demostrando lo negativo que ha sido aquella campaña contra las normas legales que intentaban, de manera preventiva, obligar a las empresas para que en el etiquetado de los productos informen sobre los niveles de azúcar, grasas, azúcar, entre otros que tienen estos productos. Un dato objetivo, por ejemplo, es el alto consumo, por parte de los y adultos de bebidas gaseosas azucaradas, con el consentimiento de los padres.    

Por otro lado, la incorporación de los padres de familia al Plan Multisectorial de Lucha Contra la Anemia, que promueve el Gobierno, se torna más compleja, en vista de que la gran mayoría de los niños y madres gestantes de los sectores medios y altos de la sociedad, utilizan fundamentalmente colegios privados para la educación y clínicas privadas para la atención de salud. Y estas instituciones tienen muy poca o escasa coordinación entre sí, pues responden a diversos intereses económicos y franquicias. Se abre aquí entonces un nuevo reto no solo para el Gobierno nacional, sino para las municipalidades que se ubican, por ejemplo, en la zona centro de la capital.

Si el Plan Multisectorial de Lucha contra la Anemia establece como primer y segundo eje estratégico de intervención la nutrición infantil y el desarrollo infantil temprano de niñas y niños de cero a cinco años de edad, es obvio que requerirá la participación de los colegios de educación inicial en esta orientación. Y como sabemos, la gran mayoría de los sectores medios y altos de la sociedad llevan a sus hijos a instituciones privadas, muchas de las cuales no son de buena calidad y no tienen como prioridad la educación alimentaria de los niños.  

Estamos, pues, ante un nuevo reto para el Estado, de cara a unos de los sectores que considerábamos menos vulnerables de la sociedad. ¡Quién imaginaría hace varios años que el drama de la anemia también atraviesa a las clases medias y altas de la sociedad! Para no creerlo.

 

Neptalí Carpio
15 de febrero del 2019

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