Darío Enríquez
La agenda siniestra del estatismo
Acción política de Vizcarra abre camino a infierno estatista

Una acción política orientada a diluir la correlación de fuerzas definida en 2016, va mostrando sus frutos. El gobierno de facto de Martín Vizcarra abre camino a un cambio tenebroso en el escenario político. No es coincidencia que las izquierdas –tanto la elitista como la radical– hayan celebrado el cierre ilegal del Congreso. Se vienen tiempos turbulentos que son fatales para un modelo económico que requiere condiciones muy diferentes para continuar con éxito. Lo que hoy tenemos, lamentablemente, son obstáculos insalvables para que fluyan inversiones, tanto extranjeras como nacionales, en cantidad y calidad necesarias para sostener el crecimiento, el bienestar y la prosperidad.
Salvo Chile y Uruguay, que han mostrado una notable madurez política diferente al resto de países hispanoamericanos, toda la región sufre el desprestigio de haberse convertido en zona poco recomendable para grandes inversiones. Eso ha permitido el eterno retorno de la idiotez latinoamericana, tomando prestada la expresión de Apuleyo, Montaner y Vargas Llosa hijo.
También comprobamos que se cumple una vez más el teorema de Escohotado, respecto a que es la riqueza relativa de un país y no la pobreza, aquello que resulta ser atracción y detonante de los promotores de una revolución comunista, la forma más áspera, nociva y cruel de estatismo.
En estos momentos, México –el país hispanoamericano más poblado– sigue cuesta abajo el camino estatista encabezado por el izquierdista radical López Obrador, con el agravante que todo el espectro político mexicano es estatista en diversos grados. Argentina sigue su proceso de autodestrucción que inició hace más de ocho décadas con el surgimiento del peronismo. Venezuela es el más claro ejemplo de desastre estatista en el siglo XXI. El estatismo castrista liquidó a Cuba, la nación más próspera del Caribe a mediados del siglo XX. Ecuador sufre hoy una conmoción social debido a la necesaria desactivación de la economía-ficción que despliega todo estatismo. Colombia –el segundo país hispanoamericano más poblado– debe enfrentar el reto de violencia estatista levantada en armas y un proceso de paz que no termina de consolidarse. Bolivia, luego de crear medianamente las condiciones de una economía de mercado, giró hacia el estatismo y confiscó grandes inversiones extranjeras; de ese modo, disolvió la cadena virtuosa de reinversiones, por lo que hoy debe enfrentar los problemas del estatismo, pero pretende hacerlo con más estatismo, creando empresas estatales y controlando precios. Paraguay debe luchar día a día contra fuerzas estatistas que pretenden quebrar el proceso de libre mercado.
¿Qué sucede en Perú? Como sabemos, luego de un cuarto de siglo con un modelo económico que tiene respaldo constitucional, una alianza de la derecha mediática (léase mercantilista) y a izquierda elitista (invitamos al lector a identificar a sus operadores políticos) han propiciado un golpe de Estado. Como todos los golpes de Estado de nuestra historia, tiene apoyo multitudinario, de al menos 80%. Única excepción, el golpe de los hermanos Gutiérrez en el siglo XIX, que destituyeron al presidente Balta y terminaron en la furibunda respuesta ciudadana: ajusticiados en la horca.
El camino es tan funesto como obvio. Ya lo hemos vivido con particular énfasis en el nefasto período 1968-1990, que nos llevó a una crisis terminal. Se pretende desactivar los elementos que se consideran “barrera” para tomar rumbo al falso paraíso estatista. No es coincidencia que sean justamente los mismos elementos que explican buena parte de innegable éxito de lo que en el mundo se conoce como “el milagro peruano”. El estatismo es portador innato de esa fatal arrogancia que cree en la planificación central estatal, con el sambenito que el estado lucha contra los abusos del mercado ¿Y quién lucha contra los abusos del estado, en estos y otros temas? Pues, institucionalidad basada en separación de poderes. Aquello que el golpe de Vizcarra ha comenzado a destruir en nuestro país. El novel dictador controla Ejecutivo y Poder Judicial (Jueces, Ministerio público, Procuradurías). Además -como aporte fundamental de la derecha mercantilista- tiene control sobre las Medias como nunca tuvo gobernante alguno.
¿Qué falta? Por cuatro meses ha disuelto el Congreso y puede pasar las leyes que quiera “como por un tubo”. Pero luego habrá nuevo Parlamento y es posible que logre controlarlo. Con ello, será muy fácil licuar autonomías del Banco Central de Reserva y del Tribunal Constitucional. Lo hará con nueva constitución (encontrando aliados adicionales en izquierda radical) o con modificaciones a la actual constitución usando el caballazo de “denegación fáctica” de cuestión de confianza.
Tomando el TC derriba la última resistencia formal a sus afanes totalitarios. Liquidando autonomía del BCR podrán desempolvar la “maquinita” y de ese modo tener harto combustible para los ríos de leche y miel que nos ofrece el paraíso estatista ... hasta que se acabe la fiesta y nos aflija la resaca de todo lo vivido. Se nos abren las puertas del infierno y la muchedumbre aplaude. Estamos advertidos.
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