Dante Bobadilla

La agenda progresista

La agenda progresista
Dante Bobadilla
15 de octubre del 2015

Cómo la izquierda internacional impone su propia agenda al resto del mundo

El progresismo estuvo de fiesta la semana pasada, por la cumbre del BM-FMI, que trajo a connotados líderes de la izquierda mundial, incluyendo ganadores del Oscar y del Nobel. Es decir, la academia y la farándula progresista estuvieron presentes para iluminarnos con los temas favoritos de la izquierda mundial: la pobreza, el cambio climático, la desigualdad, la distribución “equitativa” de la riqueza, y otros tópicos similares de la melosa pobretología progre para llegar a la misma consabida receta: más gasto social.

Lo más interesante no fue ver cómo los progres movían la cola ante cada discurso, sino la facilidad con que nos imponen su agenda. No dudo que son temas cautivadores como las telenovelas que apuntan directo al corazón, pero la verdad es que son puras paparruchadas. ¿Qué otra cosa es sino el asunto de la desigualdad, por ejemplo? ¿Por qué la desigualdad es un tema? ¿Por qué se tiene que “luchar” contra la desigualdad? Es algo que carece de sentido y es una de las mayores tonterías que ocupa el debate como si fuera un tópico realista.

¿Alguien ha visto la igualdad alguna vez? Obviamente no estoy hablando de los productos fabricados en serie y expuestos en un estante, sino en la naturaleza. Y más específicamente en la sociedad. ¿Alguna vez alguien ha visto igualdad siquiera en una familia? ¿En un barrio? Nadie nunca la ha visto. La igualdad, como el orden o la justicia, no es más que un concepto fabricado por la mente. Lo repito: concepto. No existen en la realidad y menos en la sociedad, solo existe en el lenguaje. Pero esto a los progres les tiene sin cuidado. Ellos asumen que la falta de igualdad en la sociedad se debe a un “sistema” perverso fabricado y dominado por oscuros intereses que es necesario combatir. Algo que no pasa de ser un delirio de chiflados. Pero es el fundamento del progresismo.

En el mundo no existe ningún tipo de igualdad. Los recursos naturales (lo que los progres llaman riqueza sin serlo) no están distribuidos equitativamente entre todas las naciones ¿Por qué tendría que estarlo entre todas las personas? Las poblaciones son diferentes, cambian y se mueven permanentemente. El dinero se traslada como el agua de un lugar a otro, los precios fluctúan y la economía es impredecible, por mucha matemática que se emplee en los modelos. Lo que debemos preguntarnos es si debemos preocuparnos más por la realidad cambiante o por nuestros delirios ideológicos permanentes. Abrir mercados para que los productos se trasladen libremente de un país a otro me parece mucho más relevante que una semana de discursos sensibleros en torno a la igualdad. Al día siguiente que un dios todopoderoso de la izquierda progresista logre imponer la igualdad, la desigualdad volverá a imponerse nuevamente, porque esa es la naturaleza real.

De manera que toda esta cháchara en torno a la “lucha contra la desigualdad” no pasa de ser ideología de salón, fantasías de intelectuales que jamás tomarán una sola decisión ejecutiva. La política es el arte de manejar la realidad, la politiquería, en cambio, es la obsesión enfermiza de eludir la realidad para llevarla por los cauces del delirio ideológico. Por eso mismo los politiqueros se caracterizan por lemas como el cambio profundo, la transformación de las estructuras, el nuevo hombre, la nueva sociedad, la revolución y otras aberraciones mentales que nos han causado ya mucho daño en la historia reciente de la humanidad. Hay que tener cuidado con estos predicadores de la igualdad y promotores de luchas contra la desigualdad y el reparto de la riqueza. Son los mismos que causaron millones de muertos y generaron pobreza en el siglo pasado, vestidos hoy con saco y corbata. La única diferencia es que han ocultado a Marx.

Por: Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
15 de octubre del 2015

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