Ursula Chamochumbi

Juventud y experiencia, la combinación perfecta

Para la sobrevivencia de los partidos políticos

Juventud y experiencia, la combinación perfecta
Ursula Chamochumbi
30 de octubre del 2019


Hay una frase muy conocida en el Perú que reza “los viejos a la tumba y los jóvenes a la obra”. No soy fan de González Prada, pero debo confesar que concuerdo con él en algunas cosas; sin embargo, esa frase me da problemas. Estoy de acuerdo en que los jóvenes son el entusiasta y aguerrido motor de las revoluciones; pero los mayores ponen la prudencia, la experiencia y en muchos casos el conocimiento que se necesita para ellas. Entonces, en aras de lograr un balance que dé buenos frutos, ambos son necesarios.

Teniendo esto en cuenta, y a raíz de las elecciones internas del partido más longevo del Perú, me permito hacer una recomendación, no solo a sus militantes sino también a los que ven desde fuera ese proceso, porque dadas las circunstancias que actualmente atraviesa el país, esto es algo que requerimos todos. Concéntrense en recabar lo mejor de ambos mundos, no solo lo conveniente. Pongan al frente a quienes representen, con honestidad, sus intenciones, su doctrina, sus ideales, a quienes sean verdaderos luchadores sociales.

Es muy difícil destacar en un partido, agrupación o colectivo donde ya hay grandes figuras, gente con experiencia, muy conocida o que ostenta altos cargos. Es por eso que, en política como en todo, nuestras acciones no deberían estar orientadas solo a nuestro beneficio, sino sobre todo al bien común, que es algo que olvidamos constantemente. Si tuviéramos en cuenta este bien común, veríamos que todos tenemos algo que aportar, desde nuestras experiencias personales y conocimientos, hasta lo que hemos podido recoger de otras personas. Así, todos seríamos visibles.

Para nadie es un secreto que en el Perú la educación es muy mala; no solo la pública, también la privada, porque muchas veces los organismos de control no funcionan y los chicos terminan estudiando en casas que no cumplen con los requisitos mínimos. No estamos ya en los siglos XIX o XX, en los que las grandes unidades escolares, los colegios privados o las universidades realmente formaban intelectuales, fomentando la cultura, la lectura, el debate, la investigación, el análisis y sobre todo la lucha. Es claro que generaciones como la del 900, la del Centenario o grupos como Norte o Resurgimiento, no se han vuelto a formar en el país.

Bajo esta premisa, ¿cómo se nos puede confiar a los jóvenes actuales el control de una lucha como la que es necesaria en estos tiempos? Sobre todo teniendo en cuenta que, como decía Haya de la Torre, los peruanos, y en general los latinoamericanos, nos hemos acostumbrado a copiar, imitar o repetir lo que otros han inventado para sus propias realidades, sin siquiera verificar que dichas fórmulas apliquen o sirvan para nuestro país y nuestras sociedades. Por ende, finalmente fracasamos en solucionar nuestros problemas. Yo creo firmemente que “el Perú se salvará solo bajo el polvo de una biblioteca”. Una muy basta, debo precisar, porque el problema de muchos jóvenes hoy es que si leen, solo lo hacen con lo que es afín a sus ideologías, creencias o doctrinas.

Si hacemos eso no solo es posible que nos equivoquemos, sino que nos perderemos de mucho, incluso de cosas que verdaderamente nos podrían ayudar a mejorar el país. No estoy diciendo que los jóvenes no tengamos los suficientes conocimientos, facultades o inteligencia, solo que falta moldearlos en un ambiente en el que nos olvidemos de las peleas, deseos y aspiraciones particulares y nos enfoquemos en el país, tomando además los conocimientos y experiencia de los mayores. Hace falta no solo quienes apliquen las fórmulas sino, sobre todo, quiénes las piensen y trabajen en su creación.

Ursula Chamochumbi
30 de octubre del 2019

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