Darío Enríquez
Justicia peruana hace el ridículo en España
Se rechaza retorcida teoría de “organización criminal”

Estamos de mal en peor. Los inquisidores del siglo XXI ponen en práctica la pérfida manipulación “marca Perú” de empapelar hasta el infinito a sus enemigos, perpetrando una recatafila de cargos y usando en forma abusiva el ilegítimo poder de manejar las instancias judiciales, con premeditación, alevosía y ventaja. Fiscales y jueces venales, que pulverizan el principio de presunción de inocencia según las instrucciones que reciben de los barones mediáticos y de esa opaca organización autodenominada IDL-Reporteros, han llevado a nuestro país al ridículo internacional de que en el Poder Judicial español nos hayan dado una bofetada en un tema tan delicado como el mínimo respeto al debido proceso.
No podemos permitirnos deslices tan elementales en temas que afectan directamente la esencia de la estabilidad jurídica, y mucho menos cuando esto trasciende a nivel internacional. Aquí ya no estamos hablando de errores, sino de acciones que formarían parte del proyecto autoritario de los poderes fácticos para evitar que sus patriarcas, ahijados y cachorros paguen sus delitos como protagonistas de la megacorrupción.
Con su fallo denegando el cargo contra César Hinostroza de formar parte de una “organización criminal”, la justicia española reivindica la posición que tomó, en este caso, el Congreso peruano en su momento. Uno de los elementos que los poderes fácticos utilizan en sus campañas de demolición mediática es canalizar la aversión general al Congreso, aunque con ello revienten nuestra precaria democracia y sus débiles instituciones. No quiere decir que nuestro Congreso sea ejemplar ni mucho menos. Hay indicios muy claros de inconductas y hasta delitos en varios de sus miembros. Pero al menos debemos tratar de informar en forma honesta sobre lo que acontece en el poder legislativo.
Los distintos medios de comunicación bajo control y malsano uso de los poderes fácticos, no cumple su función de difundir hechos y efectuar análisis objetivos de ellos, sino que agitan consignas en forma abierta, mendaz y escandalosa, según intereses subalternos e inconfesables. Al contrario, desvían la atención de la verdad y apostillan términos de gran eficacia mediática como “impunidad” y “blindaje” para estigmatizar las decisiones del Congreso. Hoy no les quedaría otra opción que acusar de “fujiaprista” a la justicia española, que ha tenido idéntica posición a la que tuvo el Congreso en el tema Hinostroza. Es increíble que algunos desavisados —acaso iletrados— sean incapaces de reconocer los aciertos del Congreso peruano en este caso, y osan acusar de complicidad —sin base alguna— a los jueces peninsulares.
Dicho sea de paso, una nueva ofensiva filodictatorial del presidente Martín Vizcarra, pretende obligar la eliminación de la inmunidad de los congresistas. Es más que curioso. Gracias a ese concepto de inmunidad que se aplica a altas autoridades, y que también alcanza al mismo presidente Vizcarra, es que él no puede ser encausado pese a los múltiples indicios de su activa participación en la trama megacorrupta de Odebrecht y cía. Si el presidente Vizcarra aduce que la inmunidad se convierte en impunidad, él podría dar el ejemplo renunciando a la inmunidad presidencial y sometiéndose a las investigaciones por ser parte presunta de la megacorrupción. No lo hace ni lo hará. La coherencia no es precisamente práctica habitual ni cualidad deseada en las altas esferas del Poder Ejecutivo de Vizcarra.
Para terminar ¿Se dieron cuenta de que muy rápidamente los medios de comunicación controlados por los poderes fácticos se “olvidaron” de la megacorrupción municipal de la falsa doctora Susana María Villarán De la Puente? ¿Cómo así ya no hablan tampoco de la tesorera de la megacorrupción municipal, la falsa doctora Ana Elena Townsend Diez-Canseco (alias Anel)? ¿Qué pasa con la evidente implicación de Marisa Glave Remy, Indira Huillca Flores y Augusto Rey Hernández de Agüero, entre muchos otros? ¿Y los “grandes” financistas Susana de la Puente Wiese y Salomón Lerner Ghitis, nadie se acuerda de ellos? ¿Y las famosas actrices y los famosos actores, encabezados por Mónica Sánchez y Gustavo Bueno, sin cuya infinita sabiduría y excelso consejo sobre por quién votar nos sentiríamos absolutamente desorientados, qué hay con ellos? ¿Y todos aquellos “lideres de opinión” (ja, ja, ja) que apoyaron en forma tan notable a Susana Villarán, lo habrán hecho por amor? ¿Amor, a qué? ¿Qué cree usted, estimado lector?
COMENTARIOS