Erick Flores

Jacinta contra el Estado

Un problema que atañe a la libertad individual

Jacinta contra el Estado
Erick Flores
30 de noviembre del 2018

 

«En el país de los ciegos, el tuerto es el rey», reza un viejo adagio popular que —viendo las cosas que ocurren en el Perú— parece ser una descripción bastante certera de nuestra triste forma de entender el mundo. El Poder Judicial de Cusco ha ordenado a Frecuencia Latina retirar el programa televisivo «La paisana Jacinta» de todas sus plataformas virtuales. El motivo de tal decisión es bastante conocido, se trata del trillado argumento de la lucha contra la discriminación y los prejuicios que —dicen— genera este tipo de programas en la sociedad.

Y ese caso tiene un antecedente cercano. Cuando el señor Salvador Del Solar era ministro de Cultura también emprendió una campaña de censura contra el programa mencionado. El resultado fue un fuego cruzado entre el señor Del Solar y Jorge Benavides, intérprete del personaje ficticio que hoy vuelve a estar en el ojo de la tormenta. Detalles más, detalles menos, el punto gravitante en este enfrentamiento está en la libertad individual. Por un lado la libertad individual del señor Benavides para interpretar un personaje ficticio, trabajar y ganarse la vida en forma honrada; y por otro la libertad individual de cada persona que —bajo cualquier parámetro— pueda elegir ver o no ver el programa en cuestión.

Esto es lo importante. Pero lo que no es importante (no lo fue en ese momento ni lo será en ningún otro) es la opinión de los oficiales del Estado (ministro en ese entonces, Poder Judicial ahora). Y aquí debemos tener las cosas claras: no solo es que debemos ignorar la opinión de los oficiales del Estado, sino que debemos rechazar que se use el dinero de nuestros impuestos para perseguir lo que a ellos no les gusta.

Y es aquí donde tenemos que mostrar nuestra honestidad intelectual y nuestro compromiso con los principios que han forjado nuestra civilización. Claro que podemos estar en contra de la emisión de programas que nos parezcan nocivos para la sociedad. Este servidor también tiene sus preferencias y cree que algunos programas deberían desaparecer, pero eso termina siendo irrelevante.

La línea que jamás debemos cruzar, como personas decentes y civilizadas que somos, es la de apoyar las acciones del Estado cuando coincidimos; y rechazarlas, en una muestra de doble moral e hipocresía, cuando no encajan en nuestra forma de pensar. Si la sola existencia del Estado puede juzgarse de inmoral, convertirlo en un instrumento para perseguir lo que no nos gusta es mucho peor.

Las lecciones de todo esto se pueden resumir en la monumental frase de Evelyn Beatrice Hall, una de las personas más cercanas y principal biógrafa de Voltaire, que reza de la siguiente manera: «No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Nuestra actitud frente al flagelo del Estado, independiente de si nos conviene o no, es lo que —más tarde— nos pondrá un escalón por encima del resto.

 

Erick Flores
30 de noviembre del 2018

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