Giovanna Priale

Inversión en regiones

Es el núcleo del crecimiento económico

Inversión en regiones
Giovanna Priale
15 de febrero del 2019

 

Si se revisa el Indicador de Competitividad de las Regiones (INCOR) a junio del 2018, que publica el Instituto Peruano de Economía (IPE), es posible comparar cómo las regiones se han movido de un año a otro en sus principales indicadores de desarrollo económico. En el ranking 2018, Apurímac es la región que más avanzó, ubicándose ahora en la posición 14; mientras que Ayacucho es la que más se atrasó, al retroceder al lugar 19. Al revisar la ejecución presupuestal, a diciembre del 2018, según la información que presenta el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), las regiones presentan un nivel de 84%; pero mientras Apurímac presentó una ejecución de 87%, Ayacucho evidenció un 93%.

Esta revisión nos permite esbozar algunas ideas que considero relevante que tengamos presente. Lo primero es que la autonomía municipal y regional deben ir de la mano con los objetivos de política pública plasmados en el plan de competitividad. Y que se requiere contar con indicadores de gasto público, que incluyan no solo la medición del nivel de ejecución, sino que evalúen la calidad del gasto.

Asimismo, en paralelo a las reuniones periódicas que llevan a cabo los representantes de los gobiernos regionales y de los municipales; lo segundo es incluir talleres de capacitación frecuentes para los gerentes de segunda línea en temas específicos, con una metodología basada en el análisis de casos. A su vez, la Presidencia de Consejo de Ministros (PCM) debería establecer indicadores mínimos y acciones a seguir en inversión en infraestructura, educación, salud y seguridad social.

Se trata de reducir las brechas entre regiones y para ello lo tercero es fortalecer las capacidades de articulación del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan) a nivel de las regiones y municipalidades, y luego al de las unidades ejecutoras. Invertir en infraestructura, educación, salud y seguridad social resulta clave para fortalecer las competencias regionales, reducir las brechas de desigualdad entre regiones pobres y ricas, y establecer un estándar mínimo que luego tenga indicadores de seguimiento. Solo así construiremos un país más igualitario y con mejores oportunidades, independientemente de la región en la que uno nace y se educa.

Y lo cuarto es que estos planes deben ser a largo plazo, como mínimo a diez años, porque deben medir cómo vamos alcanzando indicadores de desarrollo humano. Y eso debe ser independiente del tinte político del Gobierno de turno, como de hecho ya lo es en varios países de la Alianza del Pacífico, incluyendo a Colombia y Chile.

Así, en estos planes deberían incluirse, como permanentes, las acciones de prevención para evitar que los fenómenos climatológicos que son estacionales, como el fenómeno de El Niño o el friaje. No nos sorprenderían porque se habrían tomado las medidas necesarias— a nivel de permisos para construcción, adquisición de seguros y capacitación a los pobladores— para que enfrentarlos. Y que no afecten a mediano plazo a la población, a su capacidad de generación de ingresos ni a su calidad de vida.

 

Giovanna Priale
15 de febrero del 2019

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