Giovanna Priale
Inestabilidad política y turbulencias económicas
Ruido político afecta la inversión privada y el desarrollo

El Poder Judicial dictaminó que el ex presidente Alberto Fujimori regresara a la cárcel, y eso generó una reacción de las fuerzas fujimoristas y las antifujimoristas, unas señalando el hecho como el resultado de una persecución política y las otras como el éxito de la justicia.
Y es que aquí que hay varios aspectos que debemos evaluar con prudencia y serenidad, si pensamos en fortalecer las instituciones y dejar de usarlas a favor de uno u otro grupo político. Primero, debemos reconocer que este hecho se produce en un ambiente efervescente, en el que el Congreso supuestamente había planeado “blindar al juez Hinostroza”, acusado de ser el jefe de los “cuellos blancos”; mientras que el fiscal Chávarry envió sendas citaciones a varios políticos del pepekausismo, acusados de los negociados para evitar la caída del ex presidente Kuczynski.
Segundo, debe quedarnos claro que aunque un ministro de Economía intente hacer magia, es evidente que el ruido político afecta la inversión privada y, con ello, la capacidad de crecer de la economía. En opinión del gerente general del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), “si el PBI por habitante hubiera crecido entre 1969 y el 2017 a la tasa promedio del periodo 1959-1968 (2.9%, en lugar del 1.3%, que creció entre 1969-2017 ), el PBI per cápita sería actualmente US$ 14,861 (puesto 47, en lugar de la 82, en el ranking mundial)”.
Tercero, como país la idea de dar vuelta a la página no es una solución a la demanda de millones de personas que fueron afectadas por el Gobierno del presidente Fujimori; ya sea por las matanzas que se le atribuyen, por las esterilizaciones forzadas o por los despidos de miles de trabajadores del sector público. Y a esto se suma un tema crucial: el ex presidente Fujimori realizó las únicas transformaciones estructurales que ha visto este país en el último milenio, y esas bases sirvieron para que la estabilidad económica sea reconocida como una de las pocas fortalezas que le van quedando a Perú. Pero muchos dicen que el costo fue muy alto: el cierre del Congreso convirtió a Perú en una dictadura, lo que permitió la compra de los diarios chicha y la corrupción de los funcionarios públicos a través de un sistema de inteligencia monitoreado y administrado al antojo del señor Montesinos.
Cuarto, no podemos olvidar que antes de Fujimori vivimos la crudeza del terrorismo, que mataba a nuestros hermanos y que ponía en riesgo nuestra vida en todo momento. Vivir con miedo a que nos maten con un coche bomba o en un ataque terrorista era parte de nuestro día a día.
Creo que a nosotros los ciudadanos nos cabe no solo una gran responsabilidad, sino sobre todo el derecho de exigir a nuestras autoridades que actúen con responsabilidad, conforme al reto que les demanda hoy la historia. Son los grandes líderes políticos los que nacen en estos momentos de efervescencia, aquellos que son capaces de entender que el pueblo está cansado de odios y que tiene ahora otras demandas: alimentación y educación de calidad, acceso a la vivienda propia y capacidad de ahorro para la jubilación. Pero que también comprendan que tenemos bolsones de población aun en situación de vulnerabilidad, a la que el Estado debe atender de manera urgente y efectiva.
Tenemos una gran oportunidad de hacer las cosas bien, de construir y de avanzar. Ojalá los líderes políticos estén a la altura de las demandas del pueblo.
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