Gustavo Rodríguez García

INDE-COP (mitad Indecopi, mitad Robocop)

INDE-COP (mitad Indecopi, mitad Robocop)
Gustavo Rodríguez García
25 de agosto del 2014

¿Por qué Indecopi se ha convertido en un organismo eminentemente persecutor?

En la última versión de la película Robocop, se observa un tema particularmente interesante de manera bastante marcada: en la película, existe un dilema entre la humanidad de Alex Murphy y la frialdad y efectividad con que ejecuta sus tareas policiacas. A fin de resolver el problema, se decide reducir la capacidad “sentir” de Murphy convirtiéndolo en una máquina fría que, evidentemente, encuentra resistencias en un mundo de humanos.

Hace algunos días, se me hizo notar que Indecopi había pegado unos avisos en determinado sitio “invitando” potenciales consumidores a participar en un procedimiento administrativo contra un proveedor. Esta noticia se suma a lo que he venido advirtiendo de manera preocupante, por ejemplo, cada vez que asisto a una diligencia de conciliación en el Servicio de Atención al Ciudadano del Indecopi en representación de alguna empresa. Uno encuentra que las personas que atienden en Indecopi parecen completamente entrenadas para ejercer presión a favor de las pretensiones –incluso ilógicas- de los consumidores.

Discursos al estilo “¿Por qué esperar a la cuarta?” (aludiendo a una nota del presidente del Indecopi en el que argumentaría que los proveedores esperan a la denuncia para solucionar temas que pueden ser solucionados antes) así como el enfoque que tienen muchos funcionarios y empleados de Indecopi al tratar de ponerse ciegamente a favor de una de las partes de una controversia, revela que ese instituto ha perdido la mística conciliadora que lo caracterizó en sus inicios.

En efecto, Indecopi es una institución que siempre reconoció el importante papel de promover el diálogo en el mercado. Sin embargo, hoy se ha vuelto un INDE-COP, una organismo eminentemente fiscalizador y persecutor, un super-policía que no procesa adecuadamente las complejidades de la dinámica humana y que pareciera haber creído que su misión es ejercer presión contra los proveedores, como si el perjuicio al proveedor no afectara al consumidor.

Como si ello no fuera suficiente, se ha recortado la capacidad de los consumidores de disponer del destino final del procedimiento administrativo (es que la multa es de Indecopi) y se ha generado sobre-costos considerables. Incluso la diligencia de conciliación que debería tener un carácter, precisamente, conciliado hoy es vista como una oportunidad para que el funcionario presione al proveedor con el elemento adicional de que, además, la inasistencia a la audiencia podría ser considerada un agravante si se inicia un procedimiento sancionador posterior.

En otras palabras, Indecopi ya no promovería el diálogo ni el acercamiento. Persigue a los proveedores generando incentivos nefastos en los proveedores. Mi pregunta es clara: ¿Qué está pasando en Indecopi? ¿Es esta la visión que tienen de la defensa del consumidor y de su papel institucional en el mercado? Lo más grave, a mi entender, es que algunos parecen creer que realmente todo marcha bien y, peor aún, expresan resentimiento cuando se les critica sanamente.

Indecopi es una entidad importante en el mercado. Cuando escucho comentarios que propugnan incluso su desaparición me siento apenado porque creo que ha aportado –y aporta- muchísimo a nuestro país. Nadie dudaría de la tarea que realiza a favor de la eliminación de las barreras burocráticas. En ese sentido, creo que Indecopi debe fortalecerse y sus funcionarios deben ser empoderados. El problema no está en sus competencias, ni en sus funcionarios, sino en la mística.

Quienes trabajan en Indecopi suelen ser personas bien intencionadas pero se encuentran presionadas por cuotas frías de trabajo. Y muchas veces, aunque propongan resultados legalmente correctos, se enfrentan a vocales o comisionados con sesgos inexplicables. Como si existiera una consigna por favorecer a una de las partes necesariamente. Algo ha pasado con la mística dialogante para dar paso a una mística reguladora-persecutora.

Creo en el Indecopi, en su importante papel. Y creo en la gran cantidad de sus funcionarios y servidores que día a día se ven obligados a resolver de una forma, aunque ellos mismos discrepen. Son héroes anónimos. Si Indecopi quiere recuperar su posicionamiento internacional y recobrar su salud interna y externa, debe hacerse algo por la mística. Debe apostar por el entrenamiento de su gente y por una mejor comprensión de la dinámica del mercado. Estoy convencido que el bienestar del país no pasa por un INDE-COP sino por el retorno de ese Indecopi que muchos valoramos honestamente.

Por Gustavo Rodríguez García

Gustavo Rodríguez García
25 de agosto del 2014

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