Miguel A. Rodriguez Mackay

III Cumbre UE - América Latina: Perú fue a calentar el asiento

La Declaración de la Cumbre es lapidaria para la Cancillería peruana

III Cumbre UE - América Latina: Perú fue a calentar el asiento
Miguel A. Rodriguez Mackay
21 de julio del 2023

 

Nuestra participación en la III Cumbre Unión Europea - América Latina, desarrollada en la ciudad de Bruselas (Bélgica) los días 17 y 18 de julio, ha sido objetivamente la de calentar el asiento. Sabiendo de que nuestro país requiere con urgencia de una vida internacional de completa visibilización para enrumbar al Gobierno de la presidenta Dina Boluarte, se confirma la vocación de la actual conducción del ministerio de Relaciones Exteriores, absolutamente carente del peso y piso que las circunstancias exigen para nuestra agenda como Estado, y desde luego para el Gobierno Central.

La sola lectura de la Declaración de la Cumbre es lapidaria para la cancillería peruana, presidida por la embajadora Ana Cecilia Gervasi, por una razón imperdonable en la coyuntura que estamos viviendo como país. En el copioso texto declarativo de 41 puntos, que fueron redactados en una extensión de 10 páginas, no hubo ni una sola mención al agudo caso peruano a partir de los sucesos del 7 de diciembre de 2022 en que se produjo la ruptura del régimen democrático por el entonces presidente de la República, Pedro Castillo Terrones, y que produjo una serie de protestas, en las que prosperó la idea de que Boluarte es usurpadora de la presidencia.

Mi juicio de valor, siempre académico pero eminentemente crítico, se puede validar con suma facilidad. Por ejemplo, el numeral 11 de la declaración se refiere de manera expresa a Cuba, condenando las consecuencias del embargo que, según los firmantes, mantiene en acto marginal a La Habana. En efecto, “…La designación de nuevo de Cuba como Estado promotor del terrorismo y su mantenimiento en la lista han interpuesto obstáculos a las transacciones financieras internacionales con la Isla”. Está claro de que la diplomacia cubana ha trabajado ciento por ciento para conseguir este pronunciamiento sobre su país; y lo digo sin referirme si estoy de acuerdo o en desacuerdo sobre su contenido, sino para valorar los esfuerzos de la cancillería cubana.

Pero veamos otro caso, el de las Islas Malvinas que son entera y absolutamente parte de la República Argentina; pero que en pleno siglo XXI, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte las mantienen por inconsistente posesión. En una época en que ya no existen colonias en la humanidad, retienen en su poder fáctico una cualidad ultramarina –diría mejor, un completo despropósito– que es contraria al derecho internacional contemporáneo. El numeral 13, así lo dijo: “En cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea ha tomado nota de la posición histórica de la CELAC, basada en la importancia del diálogo y el respeto del Derecho Internacional en la solución pacífica de controversias”.

Aunque sigo creyendo como internacionalista de que Argentina debería pasar a una ofensiva internacional, fundamentalmente en el marco de la Organización de las Naciones Unidas para denunciar la retención británica de unas islas que no le pertenecen, debo aplaudir el trabajo de la diplomacia bonaerense para conseguir que su tema nacional irrenunciable haya sido recogido en la importantísima declaración de los Estados europeos y latinoamericanos.

Pero para que sigamos con el rigor de la objetividad que procuran siempre mis columnas en el prestigioso portal El Montonero, veamos otro caso específico. Estaba decantado de que la cumbre pudiera referirse a la guerra de Rusia contra Ucrania y eso ha quedado plasmado en el numeral 15 de la Declaración que comienza señalando literalmente de que “Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania que siguen causando un inmenso sufrimiento humano y está agravando las debilidades ya existentes en la economía mundial…”. Aquí el punto a favor por supuesto que tenemos que adjudicarlo a la diplomacia de la propia Unión Europea que no podía esperar otra respuesta en bloque de los países de América Latina.

En esta misma línea de los esfuerzos diplomáticos de los países, veamos como Haití, el país más pobre de América, un Estado lamentablemente fallido con todas sus letras, ha conseguido que la declaración recoja la grave situación de su frente interno. En efecto, el numeral 38 refiere, principalmente de que “Expresamos nuestra preocupación por el continuo deterioro de la seguridad pública y la situación humanitaria en Haití y pedimos que prosigan los esfuerzos subregionales, regionales internacionales para apoyar el proceso de diálogo entre el Gobierno, los distintos partidos políticos e instituciones y otros actores de la sociedad haitiana…”.

Para coronar los esfuerzos de las diplomacias que no se llevan adelante en un santiamén, concluyo las citas –hay muchos más casos específicos desde luego– con el caso de Colombia, nuestro país vecino y hermano, donde la diplomacia del gobierno de Gustavo Petro logró, luego de un detenido y muy fino trabajo previo, un párrafo de pintura. Me refiero al numeral 39 que dice íntegramente lo siguiente: “Reafirmamos nuestro pleno apoyo al proceso de paz en Colombia, así como el compromiso de avanzar en los diálogos con las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros actores armados. Recordamos asimismo el apoyo a la plena ejecución del Acuerdo de Paz de 2016 celebrado entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP”.

Ya es conocida mi posición sobre el presidente Gustavo Petro que, desde que asumió el poder como el primer mandatario de izquierda en el país cafetero, ha venido colisionando a la política internacional de nuestros países. Principalmente contra el gobierno de la presidenta Dina Boluarte, pero es innegable de que la diplomacia de San Carlos ha hecho su trabajo.  

Remitidos a las evidencias de los resultados conseguidos por las diplomacias que tenían plena convicción en que la declaración de la UE-AL recogería sus aspiraciones, demandas, reclamos, etc.; y Torre Tagle nada, en ese marco nada. No tengo más palabras sino traer aquí aquel dicho muy doméstico pero real que sabiamente sostiene de que “el que no llora no mama” y de que el viaje hasta Europa solo fue para calentar el asiento. Felizmente la presidenta Dina Boluarte no viajó, a pesar de contar con la autorización por la extraña figura aprobada por el Congreso de la República. No solamente hubiera sido un completo desaire para ella, sino también un rechazo para su gobierno.

Así no puede visualizarse una política exterior francamente prometedora para el país y para el gobierno del Perú, que hoy más que nunca, como sostenía su extraordinaria importancia, refería con juicio jurídico y político, el eminente excanciller, embajador Alberto Ulloa Sotomayor, sobre la política internacional del Perú, que fue tema central y de su mayor preocupación en el siglo XX en que vivió, buscando vigorizar al Perú en el marco del entonces panamericanismo al que el país contribuyó decididamente con la proactividad y la montaña de creatividad propia de nuestra tradicional diplomacia e históricamente prestigiosa de Torre Tagle, hoy tan extrañada. 

 

Miguel Ángel Rodríguez Mackay

Excanciller del Perú. Profesor de Política Exterior en la Facultad de Derecho y Ciencia Política – Escuela de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Miguel A. Rodriguez Mackay
21 de julio del 2023

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