Erick Flores

Honduras huye hacia el capitalismo

¿Vive ese país una tragedia neoliberal?

Honduras huye hacia el capitalismo
Erick Flores
08 de noviembre del 2018

 

Una nueva ola migratoria vuelve a ser noticia en la región. Y esta vez ya no son los venezolanos huyendo del socialismo, hoy son las caravanas migrantes de lo que se conoce como el “triángulo norte” de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras), las que han generado una serie de reacciones de todo tipo entre la gente. Pero lo que ha puesto este movimiento en el centro la noticia, ha sido la postura del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, al respecto. El mandatario ha sido muy enfático en mostrar su rechazo ante el desplazamiento y ha señalado, textualmente, que no se les permitirá la entrada a territorio norteamericano. Y al margen de las simpatías y antipatías que pueda generar las declaraciones de Trump (declaraciones previsibles porque todos sabemos lo que piensa sobre el tema), lo verdaderamente importante está pasando desapercibido.

De entre los tres países que hoy aparecen como máquinas de expulsar gente, el caso de Honduras es mucho más dramático, porque en este país se concentran casi todos los condimentos necesarios para que la gente huya. Los datos sobre pobreza y extrema pobreza, la percepción de la corrupción, salarios paupérrimos, ausencia de oportunidades y una convivencia social marcada por elevados índices de violencia que proviene del narcotráfico (Honduras está en la ruta del narcotráfico que inicia en el sur y termina en el norte), nos permiten comprender que tanta gente abandone este país para buscar una mejor vida. Pero todo esto no son más que las consecuencias naturales de implementar pésimas ideas en el plano político, económico y social.

¿Pero cuáles son las ideas que tanto daño le han hecho a este país? Si revisamos los portales de noticias más importantes del mundo, vamos a encontrar un lugar común en el que han coincidido muchos analistas y académicos, y es el de considerar la tragedia de Honduras como una tragedia “neoliberal”. Se habla de un capitalismo depredador y en las mismas líneas también se describe una estructura social marcada por una profunda desigualdad económica que concentra la riqueza en pocas manos, marginando así a la inmensa mayoría que sobrevive a duras penas. Se trata del mismo diagnóstico que —años atrás— justificara un viraje político hacia el progresismo y el ideario de la izquierda tradicional en la mayoría de países de la región.

Incluso si tomamos en serio lo que se viene diciendo sobre el “neoliberalismo” como causa de todo los males, lo que menos hace falta en un país como Honduras es abrazar las ideas que, históricamente, han destruido países enteros, como pueden ser Cuba, Venezuela y Argentina. Esos países, antes de virar hacia la izquierda, se ubicaban en la vanguardia económica en los inicios de la segunda mitad del siglo pasado, con un PIB muy por encima de la media europea de ese entonces.

Y como la evidencia empírica es el mejor remedio para el mal de las opiniones sin sentido, basta con revisar el Índice de Libertad Económica y ver el lugar en el que se encuentra Honduras (puesto 94), para dar por sentado que lo que necesita la sociedad hondureña es más libertad, no menos. Paradójicamente, los mismos que ven demonios y el infierno en el capitalismo, ven con simpatía que Honduras termine por aceptar el ideario que más daño le ha hecho a la humanidad en toda la historia.

Si Honduras representa el fracaso del “neoliberalismo” o no, es un aspecto irrelevante por varios motivos; pero el más importante, a efectos de analizar con seriedad este asunto, es que el “neoliberalismo” no existe. En términos académicos es una fantasía que solo habita en la mente de personas poco leídas. En términos políticos es una excusa arrojar barro a la filosofía de la libertad y justificar la implementación de ideas históricamente destructivas. Y si con toda la evidencia todavía hay gente que prefiere seguir creyendo en los mitos de la izquierda, el hecho de que el destino de la gente que huye de Honduras sea Estados Unidos y no Cuba, termina por enterrar el delirio generalizado que encuentra “soluciones” en las ideas que solo traen problemas.

 

Erick Flores
08 de noviembre del 2018

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