Darío Enríquez

Historia, evolución y perversión del trabajo

Castigo divino, explotación o autorrealización

Historia, evolución y perversión del trabajo
Darío Enríquez
30 de abril del 2019

 

Empezaré rindiendo homenaje a quienes, sobre la base de su esfuerzo, crean riqueza y propagan prosperidad a lo largo y ancho de la sociedad, desde el lugar que en les toca jugar en la larga y compleja cadena de bienestar, desde la producción de bienes y servicios.

Seguiré diciendo que la famosa “gesta heroica” de los llamados “mártires de Chicago” es uno de los montajes fraudulentos más exitosos del sindicalismo y las izquierdas del mundo. Como toda ideología totalitaria, ellos necesitan “sangre derramada que clama venganza” (ya he tratado esos tópicos en otros artículos). No hubo ninguna consecuencia objetiva de esa falsa gesta, salvo un grupo de asesinos de policías que fueron juzgados y sentenciados.

Los llamados “beneficios sociales”, que se atribuyen a ese martirologio falsificado han sido posibles gracias a los incrementos de productividad y las mejoras tecnológicas. No hay otra. Imponer “beneficios” a partir de leyes fue, es y seguirá siendo muy conveniente para las grandes corporaciones que incluso entregan más de lo que indica la ley; mientras que las medianas y pequeñas empresas son seriamente afectadas por su imposibilidad de cumplir con esas benditas leyes. Es un factor central en la informalización de actividades productivas, sin lugar a dudas.

Revisemos algo de historia. El castigo bíblico al primer hombre, “ganarás el pan con el sudor de tu frente’, más allá de creencias, en términos mundanos es una alusión mítica a una visión idílica de tiempos previos a la civilización. Una oda al nomadismo, frente a la dureza del trabajo cotidiano en el mundo sedentario. En tanto nómade, el ser humano consumía lo que encontraba en la naturaleza, apenas con el esfuerzo de trasladarse de un lugar a otro: buscaba fuentes alimenticias, animales o vegetales, para luego tomarlas mediante caza, pesca o recolección. La visión que idealiza esa vida desprovista de preocupaciones no toma en cuenta lo que significaba vivir de ese modo. En verdad, éramos unas más de las bestias del campo que sometían a sus presas y a su vez eran sometidas por sus depredadores. Al otro lado, está el sedentarismo que desarrolla la agricultura y la ganadería, además de ampliar las posibilidades de caza y pesca con nuevas herramientas. Pero todo con el “sudor de tu frente”.

El esclavismo marca una nueva visión del trabajo en la historia humana. Es probable que surja como consecuencia natural de un sentido práctico y a la vez benevolente, pues los enemigos derrotados son tomados como esclavos a cambio de perdonarles la vida. Luego se convierten en mercancía. La servidumbre sigue también una trama compleja. En un mundo con escasa mano de obra y en el que costaba muchísimo hacer las cosas (porque la fuerza bruta era el elemento central de toda producción), la esclavitud y la servidumbre —que lamentamos desde el siglo XXI— fueron mecanismos presentes en casi todas las culturas.

Solo la revolución industrial y el gran salto tecnológico capitalista de los últimos 300 años permitieron mayores ventajas y el surgimiento de un gran mercado laboral que, al mismo tiempo, también era un gran mercado de consumidores. No tiene ninguna lógica producir a gran escala si no hay consumidores. Las leyendas negras sobre malditos capitalistas que explotan a millones de obreros, mientras producían grandes cantidades de bienes y servicios, no tiene lógica alguna. Es cierto que hubo eventos censurables, pero en modo alguno se puede asociar al modelo ni generalizar que fue consecuencia de la perversa naturaleza humana. ¿Quién compraría esa producción a grandísima escala industrial si no fueran los mismos millones de personas “explotadas”? Como en todo momento de la historia, tuvimos muchos conflictos; pero estamos tan atravesados de mitos y de demonización ideológica que es bueno ponerlo en evidencia cada vez que celebramos el “trabajo”.

Ya en tiempos modernos, se asocia el trabajo con la autorrealización personal. Es cierto que algunas personas pueden encontrar en su trabajo, oficio, profesión o vocación, un elemento fundamental de sus vidas; pero eso no tiene que ser la norma. Otra perversión es pretender que se nos imponga una autorrealización por el trabajo. De hecho, es lo que pretendía el antiguo socialismo glorificando el trabajo; porque el socialismo moderno odia el trabajo, fomentando la holgazanería y los subsidios sociales. Fácilmente el trabajo puede ser una forma de ganarse la vida y obtener excedentes financieros que nos permitan aplicarlos a aquello que sí sea para nosotros un modelo de autorrealización: viajar, divertirse, hacer obras benéficas o trabajar más, todo hecho en forma voluntaria. Incluso hay quienes, desde un nocivo y mal entendido feminismo de tercera generación, pretenden que la mujer abandone su rol materno para privilegiar su rol laboral. Si una mujer decide ser madre (¡qué bien que pueda decidir!) es tan bueno como que decida no serlo y en su lugar privilegiar su desarrollo profesional. También que entremezcle ambos propósitos según su decisión. Aquí lo fundamental es que pueda decidir por sí misma y no se trate de ninguna imposición.

Se critica al mundo actual porque “trabajamos todo el tiempo y no tenemos otras posibilidades”. Eso es falso. Pese a todo, lo estamos haciendo bien. Vivimos mejor que nunca. Imagínense la vida en un mundo sin supermercados, sin automóviles, sin penicilina, sin ayuda a los damnificados de desastres naturales, sin clínicas ni colegios, con 28 años como esperanza de vida, siendo apetitosa presa de depredadores que te buscan todo el tiempo, sin agua potable en casa, sin lugar donde comprar ropa (la haces tú mismo), sin ducha ni pasta de dientes, donde mueres de una gripe porque no hay antibióticos, donde pierdes la mitad de tus dientes a los 18 años, donde tu hijo de cinco años puede ser elegido para sacrificios humanos al dios de la lluvia (y debes agradecer por ello), donde trabajas día y noche en el campo porque la naturaleza no sabe de jornadas ni sindicatos, etc. Sin duda, hemos hecho las cosas muy bien.

 

Darío Enríquez
30 de abril del 2019

NOTICIAS RELACIONADAS >

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

Columnas

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

En el debate serio sobre la educación superior hay consenso &nd...

11 de abril
Fue una guerra civil, no de Independencia

Columnas

Fue una guerra civil, no de Independencia

Veamos hoy algo de historia. En verdad tenemos algunos hechos largamen...

05 de abril
¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

Columnas

¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

En principio, queremos compartir con nuestros amables lectores que est...

28 de marzo

COMENTARIOS