Darío Enríquez

Héroes silenciosos e invisibles

Los servicios esenciales deben continuar durante la cuarentena

Héroes silenciosos e invisibles
Darío Enríquez
17 de marzo del 2020


Estamos viviendo una cuarentena global, la primera de nuestra historia. La crisis de Covid-19 (enfermedad producida por el coronavirus) no tiene precedentes, y pese a la gran cantidad de información que circula al respecto, estamos más desinformados que nunca. También hay muchos desinteresados e indiferentes, que no es lo mismo que desinformados. La magia no existe, de modo que una sociedad ordenada y sana tendrá una cuarentena eficaz, mientras que otra desordenada y caótica no producirá virtudes cívicas de la nada, salvo que surja de una reserva ignota y providencial.

Este coronavirus brotó de una forma aún desconocida en la ciudad china de Wuhan. Ya llegará el momento de indagar y establecer responsabilidades, el Gobierno chino tendrá que develar todo lo que ahora oculta. El planeta entero merece una explicación. No es un dato menor y tampoco parece ser mera coincidencia que Wuhan sea un cluster de biotecnología, de modo que podríamos estar frente a una suerte de “Bio-Chernobyl” como origen de esta pandemia.

Vamos a nuestro punto. Todas las cuarentenas definidas hasta la fecha tienen en común un principio básico y fundamental: “Los servicios esenciales deben continuar”. Pero nos preguntamos, ¿a qué costo?. Mejor aún, ¿quién paga? No nos referimos a la cuestión monetaria, pues en mayor o menor medida, (casi) todos los Estados del mundo cuentan con recursos para estas situaciones de excepción. Otro asunto es la administración eficaz y racional de esos recursos, pero ese será tema para una futura ocasión. Hablamos ahora de los recursos humanos detrás de esos servicios esenciales, las personas que –no es exagerado decirlo– se expondrán a un contagio con mayor probabilidad debido a que no pueden ni deben tener medidas de distanciamiento social, tratándose de operar servicios esenciales.

En primera fila está, sin lugar a duda, el personal médico, paramédico y auxiliar en unidades hospitalarias y centros de salud, tanto estatales como privados. Ya en el discurrir cotidiano, estos profesionales cubren labores encomiables, sacrificadas y admirables; ni qué decir en situaciones de emergencia sanitaria, como la que vivimos. Debemos resaltar también a nuestras FF.AA. y FF.PP., que no solo arriesgan su salud manteniendo el orden, sino que deben enfrentar a malhechores dispuestos a aprovechar la situación de excepción para perpetrar sus fechorías.

Sin embargo, se suele dejar en segundo plano a personas que prestan servicio de transporte público masivo de pasajeros (tanto estatal como privados) y en taxis, quienes van a estar en contacto con mucha gente a quienes deben desplazar de un sitio a otro para ir a producir bienes y servicios esenciales. Su exposición al riesgo de contagio será muy alta. Lo mismo que para quienes brindan servicios en distribución de combustible y mantenimiento de automotores.

Otro grupo de gente que forma parte de “esenciales invisibles” están en la larga cadena de producción y distribución alimentaria, quienes seguirán laborando y teniendo un contacto social que los expone al contagio. En esa cadena encontramos productores agrícolas, acopiadores, receptores y distribuidores mayoristas, mercados de abastos, supermercados, minoristas al detalle, bodegueros, comerciantes informales, restaurantes y fondas. Muchos trabajadores en diversos tipos de actividades y oficios que tienen contacto social con otros trabajadores y con consumidores finales.

Mientras muchas familias descubren “insospechados” espacios de encuentro, reencuentro y socialización dentro de sus propias casas –interactuando más de lo habitual uno con otro, en pareja y con sus hijos, tratando de sobrellevar el encierro obligado en cuarentena–, hay gente cuyo trabajo y esfuerzo garantiza la continuidad de la provisión de bienes y servicios esenciales para que enfrentemos con éxito esta emergencia pandémica. Nuestro homenaje a ellos, y que cuando retornemos –esperemos que muy pronto– a la normalidad nos acordemos de tener una mayor consideración social por quiene,s en forma silenciosa e invisible, han demostrado ser tan importantes en el complejo entramado de nuestra sociedad en el siglo XXI.

Darío Enríquez
17 de marzo del 2020

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