Antero Flores-Araoz

Entre la seguridad y el ornato

La municipalidades deberían privilegiarse la seguridad

Entre la seguridad y el ornato
Antero Flores-Araoz
25 de noviembre del 2025

 

Las actuales autoridades municipales, de improviso se han visto envueltos en actos de violencia en sus respectivas circunscripciones, felizmente no en todas, pero principalmente en la ciudad capital que ha soportado la llamada “a tomar Lima”, cuya sola expresión ya denota ánimo conflictivo, de atentados contra la seguridad ciudadana y de violencia generalizada. Ojalá las nuevas autoridades municipales que se elijan para el próximo período edilicio, encuentren una mejor situación.

Las autoridades municipales a las que nos referimos han sido testigos que los vándalos, azuzados por quienes crean el terror, el caos y la zozobra, han estado levantando los adoquines de pistas, veredas e incluso pases peatonales que al mismo tiempo son “rompemuelles”.

Las autoridades en cuestión, quieren que sus circunscripciones luzcan bien, que no haya en las pistas y regados en calles y plazas, los adoquines y piedras que se levantaron, las que fueron empleadas por los vándalos para atacar a la Policía, así como para dañar la propiedad pública y privada.

Con la finalidad de cautelar el ornato lugareño, que indiscutiblemente es una de las obligaciones de las autoridades ediles, están recolocando los adoquines levantados, acción que normalmente se efectúa sobre el afirmado de tierra o de arena.

Sin embargo, las nuevas autoridades municipales, antes de volver a colocar los adoquines, deberían estudiar si ello es lo más adecuado, pues no debería primar el criterio estético del ornato, respecto al de la seguridad ciudadana, en que se requiere proteger en lo posible la vida e integridad de los vecinos al igual que la de la Policía, que está llamada a restablecer el orden público en caso de ser afectado.

Muy bonitos los adoquines, generan remembranzas de épocas pasadas, pero podrían servir nuevamente en otras protestas -que nunca faltan- de los antisociales de siempre, para atacar a los miembros de nuestra heroica y gloriosa Policía.

Si bien es verdad que tanto la seguridad como el ornato, son obligaciones de las autoridades ediles frente a la población, no es menos cierto que hay que tratar de compatibilizarlas y, de no poderse, escoger entre ambas cosas, estimando el autor de esta columna que debería privilegiarse la seguridad y evitar que nuevamente se utilicen adoquines y piedras como si fueran armas que por su peso, impacto y lanzamiento veloz, pueden ser mortales.

Hay muchos urbanistas que seguramente podrían encontrar fórmulas sensatas para, manteniendo el ornato, que los elementos de él no se conviertan en armas contra la población y la Policía. Pero algo tiene que hacerse y, como dijimos, hasta en los rompemuelles peatonales, que ya no deberían llamarlos así, sino rompe carros, pues dejan averiados a los vehículos automotores. Y, hablando de rompemuelles, que existan distancias apropiadas entre ellos, pues en una avenida capitalina con muchas clínicas, existen varios rompemuelles en cada cuadra y, probablemente los enfermos que se dirigen a los centros hospitalarios, al primero que tendrán que ver es al nefrólogo por sus averiados riñones.

Antero Flores-Araoz
25 de noviembre del 2025

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