Elegir entre Jesús y Barrabás

Luis Sánchez –norteamericano–, sociólogo y predicador evangélico con quien conversé el sábado pasado sobre la situación de la pandemia en Estados Unidos, me dijo, entre otras cosas, que el miedo a la muerte es la causa del resurgimiento fanático de la fe religiosa: la humanidad se refugia en Dios como la única esperanza de vida. Esto lo podemos ver en los devotos mensajes y en las cadenas de oraciones que circulan masivamente en las redes sociales. Sin embargo, él duda de que esta fe resurgida en Dios se mantenga en la mayoría después del coronavirus. 

Además, cree que la humanidad está en la encrucijada de elegir nuevamente entre Jesucristo y Barrabás, y está seguro de que se optará mayoritariamente por Barrabás que –según él–, simboliza el neoliberalismo, el consumismo desenfrenado, el hedonismo materialista y superficial, el desenfrenado espíritu de competencia, la ambición por el poder, la mentira, el crimen, el aborto y el relativismo moral que justifica todo tipo de guerras. Elegir a Jesús es el camino más difícil, porque implica una vida de sacrificios, de corrección, de solidaridad con el prójimo, de armonía con la naturaleza y sobre todo de compartir la riqueza. El cristianismo y todas las formas espirituales de vida –dice– son para minorías que están en el mundo sin estar en él.

Afirma que los hombres en su soberbia intelectual han matado a Dios, para buscar sus propios valores liberándose de los dogmas religiosos, como lo proponía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. La humanidad ansiaba libertad para encontrar un sentido propio a la vida sin tutelas divinas; sin embargo, esa arrogancia lo ha conducido al consumismo materialista, que no está basado ni en la ciencia ni en la razón, ni tampoco promueve la libertad, y solo conduce a la destrucción de la humanidad. Incluso asevera que la tesis filosófica de que Dios ha muerto tiene un significado político y se ha convertido en una consigna de los poderosos porque –según él– se busca el nihilismo improductivo y no un mundo libre y solidario. Pone como ejemplo el papel de la prensa mundial, que ha silenciado y ninguneado el mensaje político del Papa Francisco por la tierra, el trabajo y el techo, que es un manifiesto doctrinario contra la desigualdad económica y social imperante en el mundo.

El predicador norteamericano me decía que el Domingo de Ramos, es el inicio de la Semana Santa en el mundo cristiano. Recuerda que Jesús entró a Jerusalén montado en un asno y fue aclamado por el pueblo como el rey de los judíos, y las multitudes extendían alfombras de flores y agitaban ramos de olivo a su paso. Gritaban eufóricamente: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Sin embargo, ese mismo pueblo que vitoreaba a Jesús, tres días después vociferaba y pedía desalmadamente crucificarlo y exigía liberar al ladrón Barrabás. “Eso va a suceder nuevamente, la humanidad va a elegir simbólicamente a Barrabás. Verás cómo los gobiernos y la prensa van a defender a los bancos y a las grandes empresas en nombre de la libertad y el progreso. No van a elegir a Jesús, que es el camino difícil de construir una sociedad mejor”.

Finalmente, me dijo: “Esta cuarentena mundial permite que el evangelio y el espíritu de Dios entre a millones de familias. Y esa es la esperanza de que la humanidad pueda derrotar a Barrabás. No se trata de convertirnos en zelotes (revolucionarios), sino en verdaderos cristianos”.