Arturo Valverde

El rey y otros símbolos coloniales

Crónica ficción, desde el siglo XXII

El rey y otros símbolos coloniales
Arturo Valverde
28 de julio del 2021


Allá por el año 2021, hace cien años, y según refieren los diarios de aquella época, se cuenta que Don Felipe VI, rey de España, vino a estas tierras para presenciar la toma de mando del nuevo presidente peruano. 

–Joder, ¡qué rápido pasaron 200 años! –parecía pensar su majestad, rodeado de los congresistas y otros líderes latinoamericanos, invitados también a la ceremonia. 

El Perú, otrora colonia española, conmemoraba doscientos años de su independencia. Y mientras pensaba en lo que había devenido aquella excolonia convertida en república en 1821, de repente escuchó decir a su anfitrión que se debía romper con los símbolos coloniales. 

–¿Los símbolos coloniales? –se agitó su pensamiento.

Don Felipe no sabía si desmayarse o salir corriendo pues, como es sabido, nadie puede representar y sintetizar mejor al colonialismo que la figura de un rey; más aún, un rey vivo. Desde Carlos V hasta Fernando VII, todos los soberanos que lo antecedieron desfilaron por su mente, pero ninguno de ellos logró acallar la voz del mandatario peruano, que enseguida trajo al recuerdo los tres siglos de sometimiento al yugo de la corona española y la explotación de los recursos nacionales. Al tiempo que anunciaba una que otra propuesta como aumentarle un artículo y una “s” a un ministerio. 

–¿Palacio de Gobierno será un museo? –repasaba su majestad, lejos de su reino, en ultramar. 

Al contrario de él, otros dignatarios y representantes, en especial los provenientes de Argentina y Bolivia, celebraban con una sonrisa, el acertado mensaje: “Debemos romper con el colonialismo”, asentían entre ellos, mientras rememoraban las suculentas comidas de la noche previa y las caminatas por el litoral peruano.

Pero el rey, que ha leído de historia, sabe que existe un símbolo que ha logrado sobrevivir a través de los siglos: el idioma español. Así que antes de renegar ante lo anunciado por el gobernante, para aquietar su ánimo recordó a los millones de hablantes del idioma español en todo el mundo.

–Digan lo que digan, nadie podrá negar que compartimos el idioma de Cervantes. ¿En qué idioma proclamó la independencia don San Martín? ¿En qué idioma están redactadas las cartas de don Viscardo y Guzmán? –se habría dicho.

Muchísimos calendarios después de aquel suceso, no podríamos estar en desacuerdo con Don Felipe VI en este último punto: nuestro país, al igual que España, es el fruto de diversas culturas que echaron raíces en estas tierras. Y si de explotación queremos hablar, recordemos que el inca era dueño de la vida de sus esclavos, como el rey de sus súbditos y el sultán del cristiano, en un determinado momento de la historia.

La preservación de otras lenguas y dialectos, tanto en Perú como en España (con el catalán o el euskera) es una tarea valiosa del Estado, pero sobre todo del hablante. Con el mismo respeto por aquellas lenguas, de igual manera debemos ver en el idioma español a uno de los mayores símbolos de la amalgama de dos mundos, de aquende y de allende, antes que un símbolo del colonialismo. Abramos paso a la historia. El tiempo dirá, de aquí en adelante, el futuro que le depara al idioma de Cervantes, que es también el idioma del Quijote.

Arturo Valverde
28 de julio del 2021

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