Úrsula Letona

El Perú, una economía social de mercado

Soluciones al problema de los gremios arroceros de San Martín

El Perú, una economía social de mercado
Úrsula Letona
19 de marzo del 2018

 

El sábado pasado, en Tarapoto (Región San Martín), nos reunimos con algunos de los dirigentes de los gremios arroceros de la región. La cita solicitada por el congresista Gilmer Trujillo, representante de San Martín, tenía por objeto conocer el contenido de la plataforma de lucha en el paro que vienen desarrollando. Además del congresista Trujillo, participamos en la reunión el congresista Miguel Angel Torres, así como dos asesores técnicos de estos gremios, quienes —en forma detallada y con cifras— sustentaron el contenido legítimo de sus reclamos y propuestas.

No se trata de que el Estado peruano les compre la totalidad de la producción, como equivocadamente cree el Ministerio de Agricultura y como se hizo en el caso de la papa y la huelga nacional de los productores paperos. Esta clase de soluciones cortoplacistas no son en realidad una solución. Pueden ser un paliativo a las crisis evidenciadas, pero no constituyen una política de Estado.

Al parecer, en el Ministerio de Agricultura se han olvidado de que nuestro modelo constitucional estableció una economía social de mercado, en la que desde luego hay una apertura al mercado nacional y extranjero, rigiéndose por las leyes de la oferta y la demanda, así como la igualdad de condiciones para invertir que tienen la empresa extranjera y la nacional; pero también establece un trato tuitivo y promotor a favor de las micro y pequeñas empresas. No puede quedar duda de que cuando nuestro constituyente afirma que le corresponde al Estado brindar oportunidades de superación a los sectores que sufren cualquier desigualdad, se refiere a la necesidad de promover a las pequeñas empresas en todas sus modalidades.

Tampoco puede quedar duda de que los pequeños productores agrícolas involucrados en las protestas por la caída de los precios de la papa o el arroz son, por definición de sus actividades, pequeñas empresas peruanas. Esta empresas sienten y manifiestan que el Estado los ha abandonado —que no les brinda conectividad terrestre, créditos o transferencia tecnológica para mejorar sus cultivos— y que además hoy ese Estado “permite” el ingreso al Perú de productos extranjeros, que compiten con los que ellos producen en condiciones totalmente desiguales y desfavorables.

No podemos dejar de hacer nuestros sus reclamos, pero con el matiz que requieren. Si bien han mostrado evidencia técnica y en cifras, también cabe la posibilidad de darle contenido legal y constitucional a sus propuestas. No podemos prohibir las importaciones de productos como arroz o papa, pero sí podemos asígnale a nuestros productores nacionales agrupados en micro o pequeñas empresas algunos privilegios para promover su desarrollo, tal como lo señala nuestra Constitución Política del Perú.

Podemos empezar, desde luego, por el Estado, este gran comprador de productos y bienes, que adquiere —a través de programas de asistencia alimentaria, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional o instituciones de sanidad pública— ingentes cantidades de papa y arroz, como parte de la dieta diaria de sus beneficiarios o usuarios. También se podría evaluar la asignación de un porcentaje de las compras estatales en estos rubros solo a la micro y pequeña empresa productora. O evaluar la asignación de un puntaje adicional en los procesos de selección a este tipo de empresas. Para ello resultaría indispensable que el Ministerio de Agricultura maneje con precisión un calendario agrícola, así como la información de asociatividad que han logrado los productores, para lograr mayor eficiencia en la aplicación de estas medidas. Y de ser el caso, aplicar los correctivos que mejoren la política pública de apoyo a éstas micro y pequeñas empresas.

Existe un dicho muy famoso que habría que intentar aplicar a esta situación. No se trata de que “papá Estado” regale (compre) el pescado (papa o arroz), se trata de que los hijos (pequeños productores) aprendan a pescar (se asocien, mejoren sus cultivos, tengan transferencia tecnológica, crezcan como empresas, etc.). De eso se trata la economía social de mercado.

 

Úrsula Letona
19 de marzo del 2018

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