J. Eduardo Ponce Vivanco

El futuro del Perú en juego

Se debe dejar de lado las iniciativas y tentaciones de corte populista

El futuro del Perú en juego
J. Eduardo Ponce Vivanco
28 de mayo del 2020


El Perú ha sido sacudido por fuertes sismos políticos cuyas consecuencias han confluido en menos de cinco años:  un presidente renunciante sucedido por un Vice Presidente ungido por los votos de su enemigo fujimorista gestionados por el primero de sus Primeros Ministros, ahora en prisión domiciliaria;  un Congreso beligerantemente disuelto por el nuevo Presidente; una reforma política tan ambiciosa como fracasada; los escandalosos procesos de corrupción Lava Jato y Lava Juez; el encarcelamiento de la lideresa opositora Keiko Fujimori y sus asesores; la cancelación de proyectos mineros tan potentes como Conga y Tía María; la politización del Tribunal Constitucional; la elección de un Congreso de improvisados populistas en base a normas electorales defectuosas; la ausencia de un partido y una bancada parlamentaria que representen al Presidente de la República; una política de concesión reiterada frente a minorías respaldadas por medidas de fuerza para bloquear la gran minería; el ataque pandémico del COVID-19 a una sociedad dominada por el caos,  la informalidad, el desorden público, y las enormes deficiencias de los servicios de salud y tantos otros que se asocian a la insalubridad predominante en los estratos más pobres de nuestra sociedad.

Es una “tormenta perfecta” que se agrava por la crisis que paraliza al sistema internacional construido en 1945, que el Presidente Trump debilita sistemáticamente con la (eficiente) colaboración  “ de China, Moscú, Irán, Corea del Norte,  Cuba, Venezuela y las dictaduras que compiten para lograr tan peligroso objetivo. 

Esta enumeración de infortunios dista mucho de ser exhaustiva pero ayuda a visualizar la angustiosa coyuntura que atraviesa el Peru meses antes de las próximas elecciones generales de 2021, en las que se jugará nuestro futuro colectivo tantas veces en riesgo en dos siglos de historia republicana.

En este dramático contexto adquieren especial relevancia las invocaciones que contiene Carta Abierta al Perú difundida el 25 de mayo (ver en Andina.pe, Lampadia.com y El Montonero.pe). Es una oportuna voz de alerta sobre “algunas políticas que se vienen impulsando desde el gobierno y de las propuestas legislativas que se presentan y aprueban en el Congreso sin la suficiente difusión, estudio, reflexión, ni debate...”. 

La Carta advierte que la  “desesperación frente a los efectos perniciosos de la pandemia no puede hacernos retroceder a esquemas que ya hemos experimentado en nuestro país y que sólo nos trajeron pobreza y atraso”; exhorta a los poderes del Estado “a dejar de lado iniciativas y tentaciones de corte populista que tanto daño han causado a lo largo de nuestra historia y que no generan un clima necesario de estabilidad y seguridad jurídica”; y reclama “decisiones justas, oportunas y equilibradas, y respetando las libertades civiles y económicas protegidas por la Constitución”. 

En una crisis tan inédita, cruel y desconcertante como la que sufrimos “se necesita unidad, transparencia, reflexión y madurez en el tratamiento de las políticas públicas”, como se plantea en la carta promovida por Mario Vargas Llosa.   Son invocaciones sustantivas que los peruanos y sus gobernantes debemos asumir con la responsabilidad que demanda el futuro de la Nación.

J. Eduardo Ponce Vivanco
28 de mayo del 2020

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