Erick Flores

El Estado, el mercado y la movilidad social

Las personas nunca salen de la pobreza gracias al Estado

El Estado, el mercado y la movilidad social
Erick Flores
05 de junio del 2018

 

La pobreza ha sido uno de los problemas más preocupantes en toda la historia de la humanidad, a tal punto que Adam Smith —el padre de la economía política— escribió un libro en el que se pregunta por qué las naciones se hacen ricas. Partiendo de la idea de que la pobreza es la condición natural del ser humano, Smith describe un proceso dinámico que explica las razones detrás de la movilidad social que le permitió a las sociedades incrementar su calidad de vida en una forma inusitada para esa época. Ese proceso —dice Smith— ocurre a través del comercio, y en la medida en que ese proceso sea mucho más libre, mejores resultados se generan para todas las personas en la sociedad.

Y como lo importante es que las sociedades que hoy son pobres tengan la oportunidad de ser ricas mañana, existen procesos que funcionan y procesos que no. En medio de esta disyuntiva, la historia viene demostrando que aquellos que han apostado por tratar de generar riqueza a través del Estado han fracasado en forma rotunda porque las sociedades pobres nunca se han hecho ricas gracias al Estado. Y los ejemplos son abundantes. Incluso habría que decir que si alguna consecuencia ha generado una apuesta desbocada por el Estado en esta empresa, es que países como Argentina, Cuba y Venezuela —que en la primera mitad del siglo pasado eran países enormemente ricos en comparación con varios países europeos— hoy se han convertido en países pobres, precisamente alentados por la idea de que el Estado tiene algo que ver con la generación de riqueza en la sociedad.

Esta imposibilidad no es una cuestión funcional —como le gustaría a quienes creen que el Estado todavía puede servir para este propósito— sino estructural. Imposibilidad que no encontramos cuando analizamos el proceso que históricamente viene funcionando siempre, que es el mercado. Si hacemos una comparación conceptual de ambos procesos, entenderemos las razones por las que uno sí sirve para generar riqueza y permitir la movilidad social en una sociedad, y el otro no.

El mercado es una institución que nace ahí donde los individuos establecen relaciones de intercambio con sus semejantes. El Estado —por el contrario— es una institución que nace ahí donde un grupo de individuos establece una relación de dominio sobre el resto. Resulta evidente que la concepción, naturaleza y funcionamiento del mercado es completamente opuesta a la del Estado; y como no podría ser de otra manera, los resultados que estos procesos ofrecen también son diametralmente opuestos. Mientras que uno se basa en los contratos, el otro se basa en los mandatos. La diferencia, tanto en la teoría como en la práctica, es abismal.

Dicho esto, si algo resulta seguro cuando el Estado trata de encargarse de la generación de riqueza es que la sociedad se queda como está o se hace más pobre. Nunca las personas han salido de la pobreza de la mano de sus Estados, sino todo lo contrario; quienes siempre se han hecho ricos gracias a la idea del Estado generador de riqueza, han sido los políticos que administran el Estado. Aquí solo basta ver la fortuna que la familia de Hugo Chávez ha construido a través de este tipo de ideas, o la de los Castro en Cuba, o la de los Correa en Ecuador, o la de los Kirchner en Argentina. Y la lista sigue creciendo.

Solo el mercado es capaz de crear riqueza en la sociedad, solo el mercado es capaz de sacar a la gente de la pobreza en la medida en que se le deje. Por el contrario, la misma naturaleza del Estado es la rapiña, el saqueo, el robo, la violencia; por lo que hablar del Estado y la generación de riqueza en una sociedad, termina siendo una contradicción en los términos.

 

Erick Flores
05 de junio del 2018

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