César Martín Peñaranda

EL CUENTO CHINO

EL CUENTO CHINO
César Martín Peñaranda
31 de enero del 2017

Económicamente China ha dejado de ser indomable

Conjuntamente con la de los Estados Unidos, ninguna economía se torna más relevante para los intereses del Perú que la de China, que representa el 22% de nuestras exportaciones. Por ello, así como otorgamos vitrina exclusiva a Trumponomics en el artículo anterior, lo mismo haremos con el gigante asiático, nuestra segunda gran alerta para el 2017.

Antes de vislumbrar el camino del dragón, ahondemos en los fundamentos responsables de nuestras expectativas. Retrocedamos a noviembre del 2008, cuando el gobierno chino aprobó un paquete cercano a los US$ 600,000 millones (tres veces el PBI peruano), en un contexto en el cual la crisis global empezaba a desatarse, después de la caída de Lehman Brothers. Bajo un escenario de tasas de interés cero, así como uso (o más bien abuso) de herramientas no convencionales (caso QE) en el mundo desarrollado —que desató una corriente de flujos hacia mercados emergentes (conocido como carry trade), BRICS a la cabeza—, el Banco Popular de China accionó una política de intervención masiva en el mercado cambiario, evitando la sobrevaloración del yuan e inyectando liquidez extrema. En resumen, políticas monetaria y fiscal ultraexpansivas ¿El resultado?

Básicamente hubo cuatro efectos. En primer lugar, concentración de la deuda en el mercado inmobiliario. Se calcula que la mitad de la deuda de corporaciones, gobiernos locales y familias chinas está directa o indirectamente atada a bienes raíces. Esto , constituye un ingente riesgo para la economía por la permeabilidad transversal (todos sus actores) a movimientos en precios.

En segundo lugar, ligado al punto anterior, la sobrecapacidad industrial (acero, cemento, etc.) que modifica los fundamentos del crecimiento chino, obligando a virar hacia políticas que incentiven más el consumo pari passu, con reformas estructurales (que ellos han calificado como “reestructuración del lado de la oferta”).

En tercer lugar, y forjado también de la regulación china, que ha impuesto un límite de tasas de interés bancarias durante décadas para subsidiar la inversión, encontramos la proliferación de intermediarios financieros no regulados (shadow banking), ofertantes de rendimientos atractivos, que han captado capital y mantenido a flote proyectos y empresas ineficientes, zombies, que en otras circunstancias no obtendrían financiamiento. No sorprende en un país donde las pequeñas y medianas empresas representan 60% del PIB. Como resultado, la deuda corporativa no financiera ya supera el 160% del PIB.

Finalmente, los gobiernos locales aumentaron el uso de vehículos financieros para fondear su infraestructura, derivado también de los límites de recaudación que impone su legislación, y a su vez obligándolos principalmente a la venta de tierras para el pago de préstamos. Se pone en relieve un grave riesgo de default.

Resumiendo, si bien mantiene un crecimiento de más del 6%, impresionante dada su escala, y una deuda pública manejable, el dragón ha dejado de ser indomable. Aunque descartamos crisis alguna, China debe preocuparse por normalizar el desempeño de su mercado inmobiliario, controlar su deuda corporativa y encontrar nuevas fuentes de crecimiento (consumo, en lugar de inversión y exportaciones). Como lo demostró con la reciente subida, primera en su historia, de su tasa de interés para préstamos de mediano plazo (MLF en inglés), eso puede implicar el inicio de una política monetaria más neutral, particularmente en un contexto de tasas de interés al alza del lado de la Fed y con Trumponomics en estreno. Ya se ha anunciado la salida de los Estados Unidos del TPP, como preludio a futuras medidas proteccionistas que exacerbarían la fuga de capitales.

¿Qué debe hacer el Perú ante este panorama? Seguir pensando en su agenda interna, dinamizar la inversión y buscar más TLC. Tomemos el cambio de modelo en China más como una oportunidad que como amenaza. Además, los precios de los commodities no permanecerán en sus niveles actuales, ni por China ni por fundamentos.

Por César Martín Peñaranda

César Martín Peñaranda
31 de enero del 2017

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