Miguel Pons
El crimen perfecto
Cuando se juntan el aventurerismo y el oportunismo en la política
Dicen que el crimen perfecto no existe pero en algunas sociedades, particularmente en aquellas en que la administración de la justicia está contaminada por el poder del dinero, sí existe.
A título de declaración digo que este artículo no alude a persona alguna viva o muerta en el Perú.
Como ejemplo, expongo: un individuo cualquiera, pobre o rico, cree que posee habilidades para gobernar un Estado. Para cumplir con su propósito compra voluntades con dinero ajeno, prestado o propio y no faltan quienes, sabiendo de su incompetencia, acuden para apoyarlo en dinero o en especie porque si gana podrían “ganarse alguito”.
Por arte de magia y birlibirloque éstos se incorporan a esta empresa política, convertidos en ventrílocuos que interpretan los mensajes del caudillo y los maquillan para darles sentido porque éste, pese a títulos, maestrías y doctorados, no tiene habilidad ni verbo. Digo “empresa política” porque es precisamente para eso: lucrar.
Aunque recaigan sobre el caudillo acusaciones de falsificación de documentos, defraudación, evasión y elusión tributaria, pago de sobornos a jueces y fiscales, a autoridades policiales, a funcionarios públicos, sus allegados políticos niegan esas acusaciones y les atribuyen un afán difamatorio y de desprestigio. Lo “blindan” así para proteger su imagen pública. Su experiencia profesional está a la vista y demuestra sus habilidades empresariales. ¿Qué mejor recomendación que su propia trayectoria?
No importa a qué se dedique. Vende productos de pésima calidad pero él cobra en consecuencia. Si sus clientes se cuentan por miles, sus ingresos se tornan descomunales y su fortuna se incrementa geométricamente. Eso le da poder económico pero no basta, por eso persigue el poder político.
Ofrece que si llega al Poder dará miles de millones de soles para la educación, aumentará sueldos y salarios, construirá hospitales, colegios, viviendas, carreteras, trenes rápidos, y cualquier otra cosa que se le venga a la cabeza, distribuirá y gastará el dinero del Estado a manos llenas para hacer licitaciones truchas para obras de infraestructura, que no se verán físicamente porque no existirán.
No tiene un plan de gobierno pero eso no importa porque los ciudadanos son crédulos, ingenuos, tontos y se tragan cualquier dicho. Él es el vivo, el cazurro, el pícaro.
Sus allegados políticos o socios de esta empresa se frotan las manos y dejan volar su imaginación sobre proyectos grandiosos que les reportará ingresos cuantiosos para no depender de una pensión de jubilación en soles devaluados sino de sus depósitos en paraísos fiscales en dólares y en euros, así como en inversiones altamente rentables, porque nunca es bueno poner todos los huevos en la misma canasta.
Se presentan como personas honorables pero abandonan sus creencias y trayectorias pasadas, si alguna vez las tuvieron, y se incorporan a la prometedora empresa.
La experiencia histórica demuestra que es posible ganar millones al servicio del Estado y vivir para disfrutarlos. Por eso hay tantos ex funcionarios que fugaron del país para no someterse a la justicia porque las solicitudes oficiales de extradición no surten efecto o son rechazadas por insuficientes, porque no son delitos en ese Estado o no la aplican a sus nacionales o porque domicilian en países que no tienen tratados de extradición con el Perú.
Naturalmente, no ponen los pies en otro país que sí tienen esos tratados con el Perú porque los capturarían e irían a “la jaula”, como decía Trespatines, y los entregarían al Perú.
El genial Quino puso en boca de Mafalda la siguiente frase: “Nadie hace una fortuna sin hacer harina de los demás” y tampoco importa cómo la hizo. Es mejor no perder el sentido del humor porque aquí todo es posible.
Por: Miguel Pons Couto
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