Berit Knudsen
El Canal de Panamá y la retórica de Trump
Se reavivan los debates sobre la soberanía panameña
Donald Trump se pronunció en desacuerdo por los precios de los peajes aplicados a los buques estadounidenses que atraviesan el Canal de Panamá, calificándolos de “injustos” y protestando por la influencia china que, según afirma, “opera ilegalmente”, amenazando con una posible recuperación del control del canal si no se solucionan los problemas. Si bien estas declaraciones pueden interpretarse como retórica al puro estilo Trump; desestabilizan las relaciones históricas entre Estados Unidos y Panamá.
El Canal de Panamá, infraestructura estratégica del mundo, representó un importante hito de ingeniería. Es un recurso crítico del comercio internacional construido bajo la dirección de Estados Unidos. Finalizado en 1914, es un puente vital del comercio global entre el Atlántico y Pacífico.
Durante el siglo XX, el canal fue administrado por Estados Unidos, generando descontento en los panameños, quienes percibían esta situación como una afrenta a su soberanía. Pero los Tratados Torrijos-Carter en 1977 establecieron la devolución gradual a Panamá, que se completó en 1999, fecha en la que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) tomó la administración de este recurso que representa el 16% de su PBI. El Tratado estipula beneficios estratégicos, derecho al tránsito militar en situaciones de emergencia, garantizando a Estados Unidos el uso del canal a perpetuidad.
Hoy el canal enfrenta problemas por la reducción de los niveles de agua en sus embalses, problemas que impactan en el comercio global. Las autoridades panameñas restringieron el tráfico imponiendo tarifas que pueden llegar a US$ 700,000 para cruceros y embarcaciones de carga, calificadas por Trump como “ridículas e injustas”, pues afectan a Estados Unidos como principal usuario.
El canal es objeto de creciente interés chino, lo que ha generado tensiones geopolíticas. En 2017 Chin adquirió el control del puerto de la Isla de Margarita por US$ 1,000 millones en la Zona Libre de Colón, por lo que Panamá rompió relaciones con Taiwán, su aliado histórico. Pero las obras del Puerto de Contenedores de Colon han sido paralizadas por múltiples acusaciones, incumplimientos contractuales y préstamos fraudulentos. Todo ello genera preocupación, considerando que China controla dos de los cinco puertos del canal, Balboa en el Pacífico y Cristóbal en el Caribe, pero continúan buscando ampliar su influencia económica en Panamá con inversiones en comercio e infraestructura.
Panamá ha recibido con cautela las declaraciones de Trump para mantener buenas relaciones, mientras defiende su soberanía. Sin embargo, Trump, en su afán por defender a Estados Unidos y enfrentar a China, parece ignorar las condiciones del tratado y la necesidad de consolidar el bloque democrático. Su retórica, lejos de fortalecer su posición, podría entregar a Panamá a los brazos del bloque autoritario, tensiones aprovechadas por Claudia Sheinbaum en México y Gustavo Petro en Colombia.
El impacto de estas declaraciones trasciende las relaciones bilaterales entre Panamá y Estados Unidos ante la grave polarización política en el hemisferio occidental. Trump alimenta con argumentos a quienes desafían la influencia estadounidense en la región, lo que podría fomentar el acercamiento entre Panamá y China. Esta retórica erosiona la confianza de Panamá, aliado democrático en América Latina, creando espacios para un acercamiento con regímenes autoritarios.
El Canal de Panamá es un punto neurálgico en la dinámica política y económica mundial. En un escenario global cada vez más competitivo, Panamá intenta equilibrar sus relaciones internacionales buscando un futuro autónomo. Pero las declaraciones de Trump en defensa de los intereses estadounidenses pueden tener efectos contraproducentes, reavivar los debates sobre la soberanía panameña y abrir las puertas a la influencia del bloque autoritario, debilitando las alianzas democráticas en la región.
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