Arturo Valverde

Dos blasfemias

Sobre la narrativa de Jorge Amado

Dos blasfemias
Arturo Valverde
27 de octubre del 2021


Pese a que a muchos les sonará como la blasfemia más grande, siempre que leo y releo las obras del escritor brasileño Jorge Amado, al final me queda la sensación de que toda la historia pudo contarse en una menor cantidad de páginas. ¿No era mejor contarlo todo en un cuento, don Jorge? 

La otra tarde, revisando algunos pasajes de Doña Flor y sus dos maridos, me planteaba la idea: ¿Sería posible contar la historia de esta viuda en un cuento? Resumir en pocas páginas la muerte del marido, el luto de Flor, el segundo marido, la aparición del alma en pena del primero. ¿Sería posible? Y sometiendo a la misma interrogante a otras de sus obras como Cacao, Miel Roja, Jubiabá, me decía: ¿Cómo quedarían todas en un cuento?

Leo a Amado desde hace varios años, y siempre vuelvo a sus obras porque tienen un sabor latinoamericano que no he podido encontrar en otros. Y como ya proferí la primera blasfemia, diré una segunda: que en muchas ocasiones he disfrutado más las historias de Amado que las de muchos otros autores latinoamericanos de su generación. Tomando las palabras del mismo autor, Amado me traslada al mercado, a esas historias que se cuentan de puesto en puesto o se comentan en la mesa del hogar. “¿Te enteraste de que…?”. “¿Sabías que a doña tal…?”. ¡Ah, qué delicia para mis oídos! “Cuente… cuente…”. 

Gunter W. Lorenz, en una entrevista al autor brasilero para su libro Diálogo con Latinoamérica, resume un poco su biografía. Le dice a Amado:

Siendo niño todavía publicó cuentos, y fue famoso cuando otros aún van a la escuela. En su vida existe también lo que casi podría decir el capítulo latinoamericano común: fue político, su vida se vio amenazada, dos veces se lo obligó al exilio y se quemó uno de sus libros. Escribió poemas, textos de canciones, dramas, ensayos y polémicas; pero fueron sus novelas las que siendo todavía joven lo hicieron mundialmente famoso. Y gracias a ellas Bahía se volvió un concepto preciso en la literatura mundial. Usted tiene cincuenta y seis años y desde hace mucho es un patriarca literario en su país, a quien constantemente se imita pero nunca se puede lograr alcanzar. ¿Por qué y con qué objetivos escribe usted Jorge Amado? ¿Por qué se hizo escritor?

Amado, después de varias vueltas, llega a la cuestión principal:

¿Por qué uno se hace escritor? En el fondo tampoco lo sé. Pero por cierto hay algunas razones que deben ser nombradas. Le diré algunos de los motivos del porqué yo escribo, de lo que me obliga a escribir. Cuando fui consciente de que podía escribir, me di cuenta que mi obligación era volverme escritor para retener el estado, el rostro, la condición de Brasil y su pueblo; estoy convencido de que es necesario y que tengo la obligación de dar lo mejor para consolidar la conciencia nacional de mi pueblo, del pueblo brasileño. Y eso solo puede realizarse cuando todos nosotros conozcamos exactamente nuestra realidad y seamos lo suficientemente fuertes como para llamar las cosas por su nombre…

Los dejo con esas palabras de este querido y recordado escritor brasileño. Por mi parte, ya he blasfemado más de lo debido en un día. Cuento o novela, la manera en que Amado cuenta sus historias reafirma al mismo tiempo aquella frase del español Unamuno: “La lengua es la sangre del espíritu”. Sigamos leyendo a Jorge Amado.

Arturo Valverde
27 de octubre del 2021

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