Dos alas, un ave

Kenji Fujimori Higuchi se presentó ayer ante las autoridades electorales a iniciar el trámite que conduce a fundar, junto con miles de fujimoristas, un nuevo partido político. Será un partido que refleje las ideas por las que ha luchado, por las libertades fundamentales que la Constitución reconoce, por la libertad de prensa irrestricta que la democracia garantiza y por la libertad de conciencia de todos los parlamentarios, amigos y adversarios.

Será un partido fujimorista y tendrá por nombre Cambio 21. Se adelanta con ello al Bicentenario de la República, que será el punto de inflexión del Perú, en el que debe quedar atrás para siempre la manipulación de la política por el poder del dinero. Y recoge intencionalmente también el legado de su padre, Alberto Fujimori, y sus orígenes partidarios en aquel ya lejano 1990, hace 28 años, en que —con sus altas y sus bajas, con sus activos y sus pasivos— se inició el gobierno que cambió al Perú. ¿También Fuerza Popular es fujimorista? Habrá, pues, dos partidos fujimoristas. No será la primera vez.

La ilusión de un partido que dure para siempre solo es una idea platónica. No existe en la realidad. Un partido político es un medio para alcanzar fines, no es un fin en sí mismo. Y resulta imposible, además, que un partido que aspire a durar en el tiempo pueda lograrlo impulsado solo por un pensamiento único. Los partidos que en el mundo han llegado a ser centenarios lo han conseguido haciendo de la tolerancia una práctica democrática permanente, alentando el debate —no solo interno sino también en los medios— con plena libertad y tolerancia del pensamiento.

Un partido democrático y moderno no solo puede, sino debe hacer sitio para dos alas. El hecho lamentable de que esto no fuera posible al interior de Fuerza Popular ha llevado a la necesidad de apartarse. Pero las dos alas del fujimorismo son una misma ave. Y Fuerza Popular lo comprenderá y lo aceptará con el tiempo.