Darío Enríquez
¿Dónde están quienes eligieron el lado “correcto”?
Y solo para enriquecerse suciamente

Es muy reveladora la cadena de reacciones en las huestes del progresismo peruano frente a la realidad inapelable de la podredumbre corrupta en uno de sus referentes: Susana Villarán. Con todos los agravantes, la falsa doctora Villarán ha terminado por reconocer su miseria sin el mayor rubor. Y con el vergonzoso coro de sus aduladores, que resaltan una absurda “valentía”, cuando en verdad la delincuente ha tenido que inclinarse a las abrumadoras evidencias, con el mayor de los cinismos.
Es curioso que un personaje como Gustavo Gorriti —a quien muchos califican de ser una suerte de Rasputín del actual régimen, mientras otros lo señalan como aprovechado discípulo de Vladimiro Montesinos— no haya tenido acceso a ninguna de las primicias a las que su “gran profesionalismo” como periodista de investigación nos tiene acostumbrado. Hasta el final —en forma ladina, manipuladora y obscura— se han manejado tiempos, movimientos y miserias (propias como ajenas), para proteger a Susana Villarán. Ahora, recurriendo a la ominosa red mediática clientelar, que ha hecho metástasis en los medios peruanos, perpetran el más abominable “control de daños” que se haya conocido desde los tiempos del sombrío, enigmático y maquiavélico asesor de Fujimori.
Hay una larga lista de otros personajes que declaraban en su momento “con lágrimas en los ojos” encontrarse en el “lado correcto”, el mismo lado de Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Nadine Heredia, Pedro Pablo Kuczynski y ahora Susana Villarán. Justo quienes tienen plenamente probada su directa implicación en la trama de corrupción más grande de nuestra historia. Es más, otros incluso estuvieron también en la foto de los noventa, aupados siempre al poder y lucrando a manos llenas. Actuales congresistas estuvieron también con Villarán en la Municipalidad de Lima, haciendo comparsa a sus pillerías. Hasta procuradores y fiscales “implacables” en otros casos, hoy se muestran timoratos, dubitativos y abusan del condicional en sus dichos. Harina del mismo costal. Progre no come progre ¿Necesitamos mencionar a unos, unas, otros y otras?
Conociendo el modus operandi de la megacorrupción de Odebrecht y cía., un Poder Judicial autónomo, libre y objetivo debería abrir proceso contra todos aquellos que en forma tan “dramática” defendieron la posición de Susana Villarán, tanto en la revocatoria como en su fallida reelección. Es cierto que muchos lo hicieron de buena fe, que su apoyo reflejaba tanto una opción ideológica legítima como una ceguera irracional. El derecho a ser tontos (somos generosos). Pero es seguro que muchos otros —en especial los divos y divas mediáticas— lo hicieron por dinero y conociendo la suciedad que había en esos billetes; dinero de los peruanos de a pie que trabajaron duro para que el Estado se los quitara de sus bolsillos y terminaran en las infectas alforjas de grandes corruptos como Susana Villarán. Con todas las pruebas plenamente actuadas. Con cínica confesión. Con todos los agravantes.
Desde los extremos, tanto en derecha como en izquierda, siempre hallaremos “explicaciones” groseras de políticos corruptos sobre sus actos delincuenciales. Recordemos el dicho: “Quien puede lo más puede lo menos”. En este caso, quienes no tienen el mínimo reparo en proponer y perpetrar el asesinato del adversario político o de quien se declara neutral (no es metáfora) en nombre de su ideología, muy fácilmente pueden justificar el robo más descarado en nombre de esa misma causa. Ese es el riesgo que corremos con personajes como Susana Villarán y sus seguidores, hoy convertidos en cómplices de un infame latrocinio contra los ciudadanos de Lima y del Perú. Sus primos hermanos en política tomaron las armas y masacraron a decenas de miles de peruanos, muchos de ellos entre la gente más desposeída y humilde, a quienes dicen defender. “Tuvimos que hacerlo porque enfrentábamos a una mafia”, debe ser una de las frases más infelices, sucias y condenables que haya podido lanzarse al escenario político. Los terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA también trataban de justificarse porque combatían al sistema opresor.
Un hecho adicional ¿Se han percatado cómo todo el aparato mediático al servicio de las ideas progres se ha alineado y lanzan en forma “disciplinada” el mismo discurso de fondo —incluso unos con roles de defensa y otros de falsa condena— para dulcificar la megacorrupción? Es la forma como opera una mafia: sin dudas, sin fisuras, sin disidentes. Quien se atreva a dudar, quien pretenda salirse del cuadro o se atreva a ser disidente, sufrirá la implacable ira de los capitostes. Periodistas que en su momento apoyaron a Villarán y hoy tratan de ser objetivos, sin acoplarse a la cadena de mando de la mafia mediática, son implacablemente agredidos en redes sociales y hostigados en los lugares donde trabajan. Así estamos.
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