Manuel Gago

Doe Run: con la soga al cuello

Doe Run: con la soga al cuello
Manuel Gago
10 de agosto del 2015

Sobre la crisis que tiene paralizada la refinería de La Oroya

Nuevamente Doe Run en titulares. El Centro Metalúrgico La Oroya (CMLO) no tuvo ningún postor para su venta y quedaría expedito para su liquidación, lo que significa despedir a unos 2400 trabajadores.

La planta está parada hace tiempo y ya sabemos las consecuencias sociales que esto ocasiona. El tema medioambiental no es la única variable del problema. No son sólo las emisiones de dióxido de azufre las que paralizan la venta de este complejo de casi cien años de antigüedad – al que le han hecho injertos de modernidad para operar bajo las norma vigentes - sino que, además, habría un consorcio que quiere comprarlo a precio de chatarra para deshacerse de la carga laboral actual y otros que no quieren comprar el paquete completo sino sólo la mina Cobriza. Los acreedores tienen la potestad de ampliar el cronograma de venta que vence el 27 de agosto próximo.

El CMLO debe volver a operar por el bien de La Oroya y del país. No podemos darnos el lujo de exportar sólo concentrados cuando tenemos capacidad instalada para producir cátodos de cobre, barras de plomo y zinc, oro, plata, bismuto, selenio, telurio, indio, antimonio y ácido sulfúrico. No podemos vender sólo concentrados que, además, son penalizados por no tener pureza al cien por ciento. Esas impurezas penalizadas son por contenidos de bismuto, oro, plata y otros minerales que al no pasar por la fundición se van en los concentrados. Al vender únicamente concentrados perdemos $500 millones anuales. El bismuto de La Oroya, el más refinado del mundo, de mayor pureza y cotización, no está en los mercados internacionales.

Si no hay una fundición no hay renta, canon, regalías y todos los compromisos sociales de una empresa de esa envergadura.

La Oroya es un puño en su afán por defender lo que históricamente es parte de su patrimonio. No esperará con los brazos cruzados la parsimonia de quienes deciden. La región central se convulsionará por una ausencia total de decisión política y ofrecimientos que no se cumplen como el de Ollanta Humala, quien les dijo a los trabajadores que volvería a La Oroya como presidente para resolver el tema. No sólo mintió sino que además nombró a un ministro del ambiente, Manuel Pulgar, cuyo interés – a todas luces – es seguir haciendo selfies en las conferencias más lujosas de todo el mundo a costa de la incertidumbre de los proyectos extractivas como Tía María, de oxidación y lixiviación, procesos limpios que no son apoyados firmemente.

La Oroya ve hoy cómo su futuro se maneja sin considerar su voz y su sentir, cómo las autoridades no demuestran capacidad de concertación con los empresarios para hacer más atractivas las inversiones, cómo se espera llegar al límite de los problemas, de bloquear carreteras para hacerse oír y, para la misma desgracia de siempre, de balas y huaracas eliminando algunas vidas.

Los trabajadores plantean ser parte de la solución. Son portadores del 7.3% de las acreencias totales, después del Gobierno, Doe Run y Sunat. Están dispuestos a administrar todas las operaciones junto con quien compre la fundición. Tienen la llave en la mano, tienen los conocimientos y la experiencia. Tienen lo más valioso: un know how que deberá ser considerado en el momento de tomar las decisiones finales que tanto demoran.


Por: Manuel Gago

 
Manuel Gago
10 de agosto del 2015

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