Heriberto Bustos
Disparándose al pie
Los problemas de la educación pública durante la pandemia

Afrontar situaciones complicadas requiere básicamente la elaboración de un plan con objetivos, estrategias y acciones concretas que orienten, a quienes lo ejecutan, a lograr las metas planteadas. Dejar de lado este “instrumento” o hacerlo a medias, evidencia limitaciones de gestión, pues se ceden terreno a la improvisación, retrasando o arruinando la exigua planificación. Es el caso del acontecer educativo.
El lanzamiento e implementación “Aprendo en casa” fue apresurado. A eso se sumaron las dificultades de naturaleza pedagógica, el aprovechamiento para imponer ideologías de confrontación y las desestimación de capacidades docentes y de especialistas, limitando su quehacer –como muestra de soberbia de una política centralista– al “acompañamiento” o supervisión burocrática de programas televisivos o radiales. También están los problemas relacionados con la conectividad en amplios sectores de la población nacional, la ausencia de herramientas (computadoras), así como el escaso conocimiento del uso de tecnologías de información por parte de estudiantes, docentes y especialistas de las UGEL.
Si lo señalado muestra un escenario adverso, resulta bastante difícil entender por qué autoridades del Minedu se obsesionan en emitir normas y más normas, poniendo en riesgo la adecuada relación con directores, docentes, auxiliares y administrativos, en quienes recae la verdadera responsabilidad el accionar educativo. Se sucedieron: la “conminación” a directores para en plena pandemia y momentos de crecimiento de contagio, para que realicen la distribución de alimentos de Qali Warma y cuadernos de trabajo. Y también las “disposiciones para el trabajo remoto de los profesores que asegure el desarrollo del servicio educativo no presencial de las instituciones y programas educativos públicos”, que en síntesis norma la entrega de informes por los docentes de los meses marzo, abril y mayo como condición para el pago de haberes.
Como resultado lógico de estos desatinos –y de las justas protestas de directores, profesores y auxiliares– hemos sido testigos de marchas y contramarchas, sucediéndose resoluciones viceministeriales con modificaciones, fe de erratas, oficios múltiples de aclaraciones. Todo ello demuestra, por un lado, desconocimiento de funciones y de la realidad; y por otro, efectividad para generar desencuentros y promover disconformidades, dando pie a protestas y aversión hacia la autoridad.
En la presentación del Consejo de Ministros en el Congreso para solicitar el “voto de confianza”, era de esperar novedades y tal vez autocríticas en relación al sector. Sin embargo su presidente se limitó a señalar que mediante decretos de urgencia han creado mecanismos que velan por la integridad del alumnado, consolidando el marco normativo para castigar a quienes cometían actos que antes quedaban impunes; garantizaron la continuidad de los estudios de los alumnos de las universidades no licenciadas por Sunedu; establecieron el marco de supervisión y sanción necesaria para el cierre de Instituciones educativas privadas “que no contaban con la autorización del sector”. Evitando hacer referencia a la complicada situación educativa que vive el país.
Con padres disconformes por la atención a sus hijos; autoridades regionales, directores y docentes que demandan seriedad en el tratamiento educativo y respeto a su profesionalismo, dirigentes gremiales que van encontrando puntos de coincidencia en sus reclamos, y funcionarios cegados tercamente por un falso triunfalismo, no podemos avizorar sino una especie de acumulación de fuerzas y energía para un estallido cuyo desenlace es de imaginar. A estas alturas, debemos recordar al Minedu lo señalado por Ayn Rand(*) “Podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad”.
* Filósofa y escritora rusa, desarrolló un sistema filosófico conocido como «objetivismo».
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