Milko Ibañez

Dieciocho años de estafas

El veneno de la corrupción y la manipulación a partir de los medios

Dieciocho años de estafas
Milko Ibañez
14 de enero del 2019

 

Los capitanes asesinos, los ladrones del ladrillo, las chicas de las agendas, el mitómano de Cavana y todos aquellos que les sirvieron de tontos útiles y de socios de la vista gorda y el tráfico de influencias andan sueltos y sin restricciones. Y al 70% del Perú no le interesa. Nuestra gente en el Perú está llena de odio y han sublimado su frustración a través de apoyar el desenfreno. Y como siempre, buscan alguien que les resuelva los problemas a partir del autoritarismo y el camino de la dictadura, repitiendo los errores del pasado. Este acuerdo que pretenden firmar los procuradores con Odebrecht es una vergüenza, y un periodista que pide el infierno para unos dice que esa empresa ya se redimió. ¡Qué caraduras!

Que se resuelvan los contratos, que el Estado asuma su finalización y que se vendan posteriormente esas participaciones a operadores decentes. Que sus ejecutivos sean juzgados según leyes peruanas, y si son encontrados culpables se pida orden de captura internacional. Vamos a ver si partiendo desde ese punto de negociación Odebrecht va a ser tan selectivo sobre qué quieren decir y qué no. Estas acciones de las constructoras corruptas deben conducir a que los culpables de este latrocinio queden licuados en sus participaciones empresariales. Y si se necesitan fondos para seguir con las obras, pues hagamos como se hizo en la crisis bancaria del 2007-2009 en los EE.UU.: que se hagan aumentos de capital por el Estado y que los accionistas actuales queden licuados, a menos que confiesen y hablen sin cortapisas. Ahí sí podrían participar en los aumentos que necesitan para seguir operando. Mientras tanto, toda la severidad de la ley.

¿Vamos a dejar que Odebrecht marque la agenda? ¿Para qué? Para que nos sigan robando y las culpas de sus socios nunca sean reveladas. Por favor, a otro perro con ese hueso. El derecho penal premial funciona en otras latitudes en virtud de sistemas y protocolos practicados por jueces y fiscales realmente preparados, y no estos que eligen a su presa en virtud de no se sabe qué motivaciones más allá de la justicia.

Hace 18 años que nos roban impunemente y nos repiten a cada minuto que quienes lo están haciendo son los mismos que dejaron de gobernar hace 18 años, ignorancia, masoquismo, auto aniquilamiento. El nivel de destrucción que en estos últimos tres años han desarrollado diversas facciones sobre nuestras instituciones republicanas, solo tiene a mi parecer un precedente: el velascato.

Estos grupos integrados por mercas corruptos (no son empresarios), comunistas disfrazados (hierba mala nunca muere) jueces y fiscales incompetentes (pero millonarios) y políticos de juguete (parvulario nivel), tuvo su inicio en el momento en que Marcelo Odebrecht ingresó a la cárcel en Julio del 2015, un año después que el juez Sergio Moro iniciara el proceso Lava Jato. Como Marcelo no era un mafioso clásico, aunque sí algo algo muy parecido —esto es, un merca corrupto—, la ley de la omerta (la ley del silencio entre los mafiosos italianos) no significaba nada para él y empezó a cantar.

Es en ese preciso instante que el brazo político y socio expansionista de la transnacional brasileña —el Partido de los Trabajadores, liderado por el hoy preso Lula Da Silva— da inicio a su plan B. Ya sabemos cómo es esto, si el plan original falla, hay que tener uno alternativo. ¿Y cuál fue este plan B? Pues lo estamos viendo en el Perú muy claramente: acelerar la destrucción de las instituciones, fomentar odios y atizar venganzas, pues esta es la única chance por la cual el día de mañana puedan tener otra oportunidad de llegar al poder. Y esto pasa por aplanar el piso; es decir: “Miren nosotros no somos los únicos corruptos”. Y gritan a los cuatro vientos, “ellos también”. O sea todos los demás”.

Que hay corruptos en todos lados eso es una verdad de aquellas, pero del nivel que mostraron, Lula, Dilma, Eike Batista, Marcelo Odebrecht y sus socios locales. No hay que sorprendernos de esa alianza Odebrecht/Partido de los Trabajadores, aquí se dio durante el Velascato con muchos empresarios y se repitió durante estos últimos 18 años de democracia en el Perú. Le han encontrado la vuelta perfecta: gritan a los cuatro vientos que vivimos en democracia, pero las instituciones republicanas les valen un cobre y las usan en su beneficio. Las infestan con el veneno de su corrupción y la manipulación a partir de sus medios (que son casi todos), y que solo ven progreso en medir el porcentaje de crecimiento del PBI y la mentira del chorreo. Sí, esa que siguen repitiendo los ignorantes del quinquenio toledista, si esos que marcharon por la democracia pero se estafaban entre ellos mismos y hasta les robaban a sus mecenas. Así empezó Toledo guardándose un millón de Soros por si acaso volviera el cuco.

Hoy, la gente que sirvió y acompañó a Toledo durante más de 20 años, en los puestos de responsabilidad más altos, funge de moralista. Pero no se les movió un pelo cuando el hoy prófugo ex presidente mentía sobre todo lo que pudiera hablar, se emborrachaba con cualquier alcohol que pudiera encontrar, negaba a su hija (¿habrán más Zaraís?) cada vez que se le preguntaba, se autosecuestraba para justificar noches melodiosas y además, por si fuera poco, no tenía ningún empacho en pedir directamente una coima al buen Marcelo y reclamar porque faltaron US$ 5 millones de los US$ 30 que exigió. Seguro que a los que tenía que darles su parte los dejó tirando cintura.

Esta gente no puede volver más. Son unos mentirosos y corruptos, pues es tan cómplice quien actúa en concierto como aquel que cubre con su presencia actos denigrantes donde nos roban a todos. ¿Dónde están esos socios del cholo sano y sagrado? Pues ahí donde pululan hace más de 20 años: en el Congreso, en el Ejecutivo, en el Poder Judicial, en las ONG. No se dejen engañar, si hay una escala de corrupción, esos están en la escala más alta y hoy confabulan para generar caos y continuar con su fiesta saqueadora.

 

Milko Ibañez
14 de enero del 2019

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