Miguel Pons

Descentralización y corrupción

Descentralización y corrupción
Miguel Pons
02 de diciembre del 2014

Crítica al proceso de regionalización y sus efectos en la política nacional

Lima era hasta el 2002 el centro y el resto del país era la periferia. El gobierno central tomaba todas las decisiones para los, entonces, departamentos. Lima centralizaba todo: los proyectos, las obras de infraestructura y las licitaciones públicas. La corrupción era privilegio exclusivo de los burócratas limeños.

Pero, si bien la descentralización era necesaria -¿quién lo duda?- el apresuramiento y la improvisación fueron sus principales características. Mal pensada y peor aplicada. Los responsables fueron los Poderes Ejecutivo y Legislativo.

Nadie consultó a Javier Pulgar Vidal, que definió ocho regiones (que sí son regiones) naturales que debieran integrarse para un desarrollo coherente, sostenible, eficiente y beneficioso -al menos potencialmente- y que surgirían de la integración territorial de los departamentos. Tampoco ahora podría hacerse porque se han creado feudos que no quieren compartir el canon minero y petrolero con las regiones que no tienen, ni dejar sus cargos.

Los congresistas aprobaron, alegremente, el proyecto de ley y el Poder Ejecutivo promulgó la ley el año 2006. Las provincias habían cumplido, finalmente, su anhelo de administrarse a sí mismas.

Tras las elecciones, los cargos fueron copados, casi totalmente, por candidatos de Movimientos Regionales. Era muy tentadora la posibilidad de ser reelegidos indefinidamente. Se crearon así feudos con Presidentes (¿?) Regionales. El Poder Ejecutivo les transfirió funciones, fondos, el canon minero, etc., y se afirma que Alan García, en su segundo gobierno, les transfirió la tercera parte del presupuesto nacional.

Los partidos políticos perdieron presencia a nivel nacional y les será difícil recuperarla. El ser coterráneo pesará más. En las elecciones del 2016 esto se comprobará.

El “roba pero hace obra” de Lima será una opción de peso para elegir a las autoridades regionales y locales que sobrevivan a los procesos judiciales que enfrentan. Retornarán a sus regiones como héroes.

No hubo regionalización sino “descentralización” de la toma de decisiones y, con ella, se abrió la Caja de Pandora para la corrupción y las tentaciones separatistas, como se comprueba  ahora.  La Fiscalización de los Gobiernos regionales no se aplicó. Ahora vemos los resultados.

Aún queda mucho por desentrañar y surgirán otros escandalosos robos.

Patético ¿verdad?

Por Miguel Pons Couto
(02 - dic - 2014)

Miguel Pons
02 de diciembre del 2014

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