Alan Salinas
Del desborde popular a la sociedad emergente de Matos Mar
De las “ciudades dormitorio” a las “ciudades satélites”

Si uno quiere comprender al Perú informal, pragmático y –muchas veces– antiestatal, cuyas consecuencias se vienen apreciando en estos tiempos de cuarentena, tiene que leer y reflexionar sobre el libro Desborde popular y crisis del Estado (IEP, 1984) de José Matos Mar. Allí podrá conocer, por ejemplo, cómo se formaron las barriadas en Lima, cómo se gestó la toma de tierra (mediante invasiones) de muchos migrantes de la sierra y de la Amazonía para una vivienda en la gran Lima, entre otros temas relacionados.
Nada fácil, por supuesto. El Estado “republicano” –muchas veces al servicio de los grupos de poder– no previó el derecho a la vivienda de los migrantes; más bien los reprimían. El costo de una vivienda en Lima (y en ciertas regiones de la costa norte del Perú) fue la sangre, junto a una bandera peruana. Simbólico. El Perú oficial no reconocía la segunda ola migratoria (del campo a la ciudad) de los años sesenta. Así fue, y eso es lo que nos da conocer Matos Mar en este brillante ensayo.
Nos dice también en este texto que –producto de este desborde popular– se gestaba un socialismo andino. Nunca llegó. En los noventa, el variopinto sector popular e informal se acomodó y se volvió clientelar con el gobierno golpista de Fujimori. Ese fue su error, pero dicha conclusión no quita el mérito del diagnóstico que Matos Mar nos brindó.
En su posterior libro Sociedad emergente y Estado desbordado (Editorial Ricardo Palma, 2012), vuelve a retomar el tema de las barriadas, agregando la descentralización y el cambio de ciudades dormitorio a ciudades satélites, que se generaron en el mundo popular en informal.
¿Qué es una ciudad satélite? Pues son distritos que dependen administrativamente aún de la unidad central que es la municipalidad provincial. Tengamos en cuenta que nuestra descentralización es unitaria y no federalista. Dicho esto, estas ciudades satélites lograron generar ciertos conglomerados económicos que movilizan socialmente personas día a día. ¿Al margen del Estado? Sí y no. Fluctúan en las fronteras de la legalidad e ilegalidad que la informalidad trae consigo.
Tengamos en cuenta que la informalidad tiene dos caras: una positiva y otra negativa. La positiva son los emprendedores, cuyo núcleo de confianza parte de la familia. La parte negativa de la informalidad es la vinculada al crimen organizado, contrabando, tráfico de tierras, entre otras actividades delictivas. Ambas caras de la informalidad, en ocasiones, se encuentran.
Matos Mar brindó aportes con sus ojos de estudioso del mundo popular y migrante. Se nos fue físicamente hace unos cinco años este gran sanmarquino, pero sus ideas quedan para seguir reflexionando sobre el Perú informal y sus posibilidades.
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