Heriberto Bustos
¿De qué moral hablamos?
Lo que hay detrás de algunos términos utilizados por el marxismo

Hay múltiples evidencias de corrupción en la familia del presidente Castillo, que comprometen a sobrinos, esposa y cuñada. A eso se suma el accionar vandálico de grupos que intentan construir un poder estatal paralelo, despreciando y confrontando la institucionalidad democrática, demostrando su esencia totalitaria. Todo ello obliga, a fin de impedir que el país continúe en una especie de caída libre al fango de la inmoralidad, a romper con la predominante actitud de inmovilidad de pensamiento y acción.
Peligrosamente viene tomando cuerpo un remedo ideopolítico de “socialismo corporativo” que intenta, bajo un sustento teórico dogmático, dar vida a un espectro ideológico que aún anida en las mentes de algunos ciudadanos, y que les impide mirar con mayor objetividad el camino que venimos transitando de manera acelerada. En esos círculos se cree absurdamente que el gobierno de Castillo está sentando las bases para transitar al comunismo, y que su lucha contra el modelo económico neoliberal lleva a sectores ultraderechistas (en su intento de resguardar sus intereses) a calumniarlo y no dejarlo gobernar.
En ese contexto, utilizando algunos conceptos sobre socialismo, comunismo, ética marxista y moral, intentaremos, a modo de información, poner en un escenario de discusión aspectos ideológicos que nos permitan entender qué hay tras “bambalinas”, utilizando algunas afirmaciones del Diccionario filosófico marxista de Rosental y Ludin.
Para los autodenominados marxistas-leninistas, el socialismo y el comunismo son dos fases o grados en el desarrollo de la sociedad comunista. El socialismo es la primera, en la que la propiedad privada sobre los medios de producción está suprimida y la base económica de la sociedad la constituyen el sistema socialista de la economía y la propiedad socialista colectiva sobre los medios e instrumentos de producción. Ahora bien, el principio del socialismo radica en que cada uno trabaja según sus capacidades y recibe (del Estado) los objetos de consumo según el trabajo que desempeña para la sociedad. El principio rector de la vida social comunista es "de cada uno según su capacidad; a cada uno según sus necesidades". Cabe preguntarnos ¿esto es a lo que aspiramos como sociedad futura?
La ideología mencionada, en su interpretación de la moralidad y de sus exigencias, no parte de las definiciones generales y abstractas, sino de las condiciones históricas concretas. Sostiene por ello que, con el cambio de las formas del régimen social, cambia también la moral; sobre este tema en particular, los ideólogos del siglo pasado afirmaban que el triunfo de la revolución proletaria trae el triunfo de una nueva moral, la moral de la sociedad comunista. Afirman que la moral proletaria está subordinada a los intereses de la lucha de clases del proletariado. De modo que, desde el punto de vista de la moral comunista, sólo es moral lo que favorece la destrucción del viejo mundo, de la explotación y de la miseria, que consolida el nuevo régimen socialista.
La actuación del primer mandatario pretendiendo esconder el proceso de destrucción del Estado democrático no solo va minando las estructuras de su institucionalidad, sino también va asentando una ideología (con Cerrón como “líder”) que al imponerse ubicará al país en el lugar más oscuro de su historia. El árbol no debe impedirnos ver el bosque.
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