Erick Flores

De izquierda a derecha

Bolsonaro y la eterna vigilancia

De izquierda a derecha
Erick Flores
01 de noviembre del 2018

 

El último triunfo de Jair Bolsonaro, candidato de la derecha en un Brasil bastante marcado por las ideas de izquierda, confirma una tendencia que parece insoslayable. La sociedad de América Latina viene manifestando —en las urnas— un rechazo progresivo hacia las ideas que, guste o no, siempre terminan por destruir todo lo que tocan. Con el triunfo de un candidato opuesto al establishment político que regía hasta hace poco la región, el mensaje parece ser muy claro: la gente se está hartando de la izquierda. Y razones no faltan. Porque cuando no funcionan los discursos, basta revisar un poco de historia para dar cuenta de que si algún mal endémico ha existido en toda la historia de la humanidad, en términos políticos, ha sido la izquierda.

Y pese a que la evidencia es incontrovertible, debemos separar la paja del trigo en este asunto. El triunfo de Bolsonaro —así como los triunfos de Duque, Piñera, Macri y todos aquellos personajes que están lejos de la órbita socialista tradicional— no significa que haya muchos motivos para celebrar. Con la experiencia del lado de quienes defendemos la libertad del hombre frente a cualquier forma de totalitarismo, debemos ser conscientes de que hay una gran diferencia entre el triunfo de la derecha y el triunfo de la libertad. Lo que —quizá— puede dibujar una sonrisa en nuestro rostro es que la izquierda viene perdiendo terreno en la región, que no es lo mismo que creer que es la libertad la que se abre paso en la mente de los latinos.

El solo hecho de que sea la derecha —y no la izquierda— la que gobierne un determinado lugar, ya nos ubica en una posición bastante relativa respecto a los principios básicos de la filosofía de la libertad, único sistema de ideas que es compatible con la naturaleza del ser humano. Si bien es cierto que los cambios progresivos y a largo plazo son los únicos que perduran en el tiempo, de hecho el triunfo de Bolsonaro podría ser parte de un proceso mucho más trascendente —o no, tendremos que esperar un poco antes de adelantar una opinión— con el que la sociedad latina pueda por fin evolucionar y dejar de lado el pensamiento primitivo que hasta hace poco gobernaba la región.

Si algo no debemos perder de vista como sociedad, es que tanto la derecha como la izquierda son espectros políticos. Y cuando se habla de política se está hablando del poder, y el poder no es otra cosa que coacción, término que se ubica —por definición— en las antípodas de la filosofía de la libertad. En este sentido, es imperativo ser cautos y no olvidar nunca que no es la política,sino la libertad del hombre para vivir en sociedad, lo que ha permitido que los grandes cambios hayan ocurrido y hoy vivamos, objetivamente hablando, mejor que antes.

Y en medio de este contexto, quizá lo único que no debemos olvidar como sociedad es que el precio de la libertad es la eterna vigilancia. Frase que hiciera inmortal a Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, y que hoy refleja cuál es la tarea de quienes defendemos la filosofía de la libertad en sentido general. Bolsonaro no es un personaje de izquierda, es contrario a ella; pero eso no lo ubica como defensor de la libertad. Si bien es cierto que la izquierda fue, es y será una tragedia para el mundo —y la historia lo viene demostrando siempre—, eso no quiere decir que el peligro desaparezca cuando hablamos de la derecha. A lo mucho, podemos decir que bajo un gobierno de derecha se puede vivir objetivamente mejor que bajo un gobierno de izquierda, claro que sí. Pero no perdamos la perspectiva, el mejor gobierno siempre será, en palabras del gran Henry David Thoreau, aquel que menos gobierne.

 

Erick Flores
01 de noviembre del 2018

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