Cecilia Bákula
¿Cultura, en medio de la pandemia?
Con la cultura crecemos y comprendemos mejor el mundo

¿Cultura, en medio de la pandemia? Con certeza y convicción digo ¡sí! Y que aun más en estos tiempos, debemos dejar de considerar que la cultura es una “actividad” que se puede menospreciar. O que puede ser considerada como poco relevante, carente de real presencia y lejos de ser necesaria. Craso error.
No obstante, es fácil comprobar que en esta etapa de crisis sanitaria, quiebre social y caos en la economía del país, muchas necesidades han tenido que ser atendidas prioritaria y urgentemente. Por eso, con pocos y escasos recursos económicos en miles de familias, se podría creer que no hay sitio para la cultura. Insisto. ¡craso error! Es en estos momentos, de mayor crisis en los que el alma, el espíritu y la creatividad de las personas requiere tener un punto de desfogue, un espacio de expresión. Y si eso es cierto, bien podríamos preguntarnos: ¿Cómo se puede lograr satisfacer esa necesidad de “crear y consumir” cultura?
Para responder estas interrogantes, en un medio como el nuestro –en donde el Estado es poco o nada promotor de la creatividad y carece de imaginación para facilitar cultura gratuita, espacios y formas de comunicación lúdica, cabida para los creadores y fórmulas para que los consumidores de cultura sepan y sientan que esa necesidad les es también dada como una oportunidad–, debemos recurrir a experiencias novedosas y con resultados eficientes. Como los que se están dando en México, país que, por tradición y esfuerzo, hace de la cultura una manera de ser que involucra a todos, beneficia a muchos y está orientada a la satisfacción de aquellas necesidades del espíritu que no siempre se compran ni en boticas ni en supermercados.
No podemos dejar de reconocer, la validez de lo expresado por el mexicano Sergio Gómez-Tagle, quien ha propuesto la “mercadotecnia de la cultura”: “El arte y la cultura tienen una función social en amplio sentido: generan identidad, cohesión social y fomentan la circulación de capital. Se dice que uno de los grandes motores de la recuperación de la economía será precisamente la cultura, el arte, la creatividad: los conciertos de alta gama, las grandes giras y todo aquello que la gente ya está ansiando. Esa es nuestra oportunidad”.
Y como toda crisis puede y debe ser vista también como una oportunidad, este momento obliga a que todos los creadores y gestores culturales se conviertan en actores y productores de acciones e iniciativas que no pueden seguir estando a la espera de un apoyo estatal que no ha llegado ni llegará. La población necesita esos espacios, reales o virtuales, en donde todos puedan recrearse, reflejarse y encontrar medios para disipar las tensiones de estos duros momentos, y generar más formas de identidad, de expansión de apreciación del arte, de valoración de lo nuestro.
No quiero dejar de mencionar una iniciativa exitosa y de gran calidad, como han sido la miniserie “Museo Larco: culturas del antiguo Perú”, realizadas con voluntad didáctica y con una visión de responsabilidad social que los ha motivado a aprovechar este tiempo de cierre temporal para difundir, a partir de las colecciones que alberga este museo y de las investigaciones realizadas en casa, todo el valor de nuestro patrimonio arqueológico. Excelente iniciativa para compartir conocimientos y generar expectativas y el deseo de ir a conocer y observar esas piezas; poniendo al alcance de muchos esos conocimientos y esas piezas a manera de espacios lúdicos, didácticos y muy serios en contenido y forma.
Entender la cultura asociada a la educación es indispensable. Pero no a una educación acartonada y distante, sino una que se logra, de manera paralela a las aulas, con imaginación, creatividad, deleite y no poco esfuerzo.
Otra iniciativa que vale la pena mencionar es la que ha desarrollado Dante Trujillo quien, como él mismo señala en su página web, se ha reinventado de una manera creativa y pensando en la difusión de la buena lectura, los buenos libros. Es así como se ha lanzado a crear la librería on line Buensalvaje, haciendo de esta labor de “librero” una forma de industria cultural que llena vacíos; sobre todo en este tiempo de confinamiento y aislamiento que nos han llevado, lamentablemente, a dejar de lado muchas actividades y experiencias que realizábamos en colectividad, para sufrir las consecuencias de la vida en solitario.
Esfuerzos como estos que reseño, nos hacen ver que sí es posible poner en marcha proyectos personales o institucionales con los que se demuestra la capacidad de imaginación que no debemos perder. Proyectos que buscan, entre otros objetivos, difundir la información, generar espacios de reflexión, propiciar la identidad cultural y proponer formas alternativas que, si bien pueden significar una osadía por parte de sus promotores, han de ser de grandes resultados, tanto para sus ingeniosos y atrevidos creadores como para la sociedad que los acoge.
Con la cultura crecemos, nos hacemos mejores personas, nos identificamos más con nuestra realidad y con el universo que nos rodea. También logramos mayores elementos para comprender el mundo, reconocemos y apreciamos diferencias, desarrollamos sentimientos de identidad, pertenencia y respeto. La pandemia no puede ser pretexto para no hacer de la cultura una forma de acción positiva en muchos campos. Sé que hay emprendimientos muy esforzados, y ahora los necesitamos mucho más.
Como bien ha señalado López-Tagle: “El arte y la cultura no van a salvar al mundo, pero sin ellos estamos perdidos”. A lo que añado que con ellos podemos lograr un mundo mejor.
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