Eduardo Zapata
Culpismo
Alentado por intereses ideológicos y geopolíticos innegables

Pocos días atrás. Estaba con Chema Salcedo en su programa. Amigo de siempre y conversando como siempre. Libro rojo y la impronta inmediata e invasiva de un tuit. Evangelios por tierra. Inteligencia artificial y sus productos. TikTok. Nuestros tiempos vividos y viviendo. Conversando.
Y hablamos de la subversión en el Perú y de la reacción internacional ante ella. Y tuve la suerte de proponerle hablar sobre el ´culpismo´. Una huella –acaso no suficientemente analizada– de los efectos de la caída del Muro de Berlín. Metáfora física pero sobre todo visual de la caída de todo un imperio.
Como no quisimos admitir nada del lado malo del muro Y es que esta caída solo se ha visto privilegiando lo que ella significaba para un lado del muro: los ´malos´ y lo ´malo´. Pero poco hemos pensado en los efectos negativos de esta caída para los ´buenos´. Efectos que no son pocos porque consciente o inconscientemente muchos ideales o incluso práctica de aquellos llamados malos fluyeron hacia el otro lado del muro.
Y aquí entra el concepto de culpismo. Cómoda práctica social vinculada al terrible y estudiado sentimiento de culpa. Pero cómoda práctica social que no constituye siquiera una negación de la culpa sino es una coartada verbal que tiene poco de culpa real y más bien la evanesce para culpar con facilidad a otros.
Con prescindencia de los claros intereses políticos que hay detrás de los sucesos subversivos en el Perú, es fácil advertir cómo estos intereses se aprovechan del culpismo. Nacional e internacional. Muchos de los llamados líderes de opinión nacionales quieren apropiarse de dolores seculares que no comparten, pero que les sirven de pretexto para la construcción de sus famosas ´narrativas´ que saben poco de respetar la historia y más de la marketera venta de solidaridades
A nivel internacional, la sociedad del espectáculo y la proliferación de imágenes donde se contraponen personas de rasgos andinos a uniformes –sin raza– de la represión alimentan corrientes de opinión. Más aún si estas también son nutridas por artículos y notas de prensa codificados desde algunos legítimos sentimientos de culpa pero las más de las veces por un culpismo vendedor.
Y este culpismo y la alimentación de estas corrientes de opinión resultan útiles para la posición asumida por muchos países cuyos intereses son más de índole política que social. Poco importaron ayer las lacerantes heridas de los pueblos. De pronto y en un aparente rapto de solidaridad, todos parecen preocupados por ese dolor, pero preocupados sobre todo de condenar al gobierno del Perú y de culpar a una élite de ascendencia extranjera. Como si la historia de la conquista del Perú por parte de España no nos hablase más bien de matrimonios y alianzas entre conquistadores y conquistados.
Intereses ideológicos y geopolíticos innegables. Verdaderos sentimientos de culpa en algunos. Pero sobre todo mucho culpismo que también en algunos casos raya en la hipocresía y el cinismo.
Quien esto escribe no está de acuerdo con las políticas llevadas a la práctica respecto a la subversión por el gobierno del Perú. Pero si de verdad queremos alentar soluciones no debemos hacerlo falsificando la realidad, entorpeciendo el análisis sereno y menos –lo hemos dicho aquí– abdicando de la soberanía nacional y de nuestra soberanía individual y ciudadana. Aquella que nos obliga justamente a pensar y decidir por nosotros mismos y no como simples altavoces de pensamientos ajenos.
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