Nancy Arellano

Cuba y el mecenazgo totalitario

Cuba y el mecenazgo totalitario
Nancy Arellano
30 de noviembre del 2016

Castro y los acaparadores del poder realizaron el sueño del hierro paternalista

Nadie podrá negar que Castro es un ícono del siglo XX. Fidel fue un símbolo de la rebeldía e inmadurez político-económica. Un soñador egoísta, como casi todos los soñadores y artistas. El problema con él es que tenía no uno sino cientos de fusiles para "dibujar" su revolución.

Durante buena parte del siglo XX su mecenas fue la Unión Soviética. Al talentoso Fidel le dieron lienzos para pintar la revolución y, astutamente, se valió de esa objetivación capitalista e inhumana, llamada “indicadores”, para demostrar la "simetría" de su obra: "analfabetismo cero, IDH alto, Gini bajo", son parte de la métrica clásica para hablar de política. Las libertades son "distorsión contemporánea" diría un mesurado Miguel Ángel político a un Miró libertino. Caído el Muro de Berlín, en los terribles y vanguardistas noventa, apareció un Hugo Chávez con el canon caribeño. Así, el Medici de Sabaneta prolongaría el mural revolucionario hasta que el petróleo a US$ 100 por barril aguantó y Dios le dio aliento. Y cual monarcas franceses luego, caído los precios, dijeron: "¡Si no tienen pan, que coman pasteles!".

Castro y los demás acaparadores del poder improductivo decidieron dar a la isla el sueño del hierro paternalista. Recuerdo a una amiga psicóloga que decía, sobre las relaciones familiares, que existe un tipo de padre desbalanceado: aquel sobreprotector y tirano. Este padre produce hijos inseguros (inútiles) o rebeldes (subversivos). Para Fidel esos eran sus hijos. "La mafia de Miami" (los subversivos) y los inseguros que aún pululan en la isla.

Ningún país es perfecto. Ningún político lo es. Por ello que la alternancia en el poder siempre resulta deseable. Los procesos de socialización política, en el sentido de abrir el discurso y debate, son la conducta más coherente con la humanidad que profesamos. Un sistema de partidos políticos diversos, de representantes con tiempo de entrada y salida, con libertad de prensa, de opinión y de conciencia que nos permita madurar.

Cuba entra ahora en una etapa de adolescencia política. Es una chiquilla recién egresada del cole que se verá, quizás con la muerte de Raúl y no antes, enfrentada a la vida real. Esa que está fuera de las estadísticas de la FAOV (que por estos días está bien desprestigiada) y de la ONU. Incluso el Banco Mundial o el BID. ¿Cómo se mide la libertad de los pueblos? ¿Hasta dónde es mejor garantizar la libertad de los ciudadanos?

No celebro, ni lloro la muerte de Castro. Pero sí creo que su legado no dista mucho del de la Unión Soviética y del modelo fallido de una izquierda controladora y castrante. Por no decir hipócrita.

 

Por Nancy Arellano

@nancyarellano

 
Nancy Arellano
30 de noviembre del 2016

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