Heriberto Bustos
¿Cuánto importa la verdad?
La ética en la labor informativa

A pesar de la importancia de los valores para una convivencia social armoniosa, su pérdida es una constante en el país y en el mundo entero. Sin ellos las relaciones entre las personas se debilitan, debido a que los criterios elementales para vivir en sociedad se complican ante el predominio de intereses o aspiraciones individuales, a costa de los demás. La conciencia moral de toda comunidad tiene en la verdad –como valor ético– uno de sus principales pilares, y da contenido real al respeto de los demás. En ese sentido se vincula con la honestidad, que expresa la actitud de mantener en todo momento o circunstancia la concordancia entre las palabras y las acciones
En las actuales circunstancias, al estar en juego nuestra propia vida y entendiendo los esfuerzos que se están realizando (cuya estimación asomará en su oportunidad), lo mínimo que podemos exigir a quienes conducen los destinos del país es honestidad en el uso de los recursos y sinceridad en el manejo de la información. La necesidad de mantenernos oportuna y correctamente informados sobre los acontecimientos diarios en relación a los avances, estragos y acciones en contra del coronavirus tiene mucha trascendencia, por su influencia en la capacidad de regulación emocional. Nos referimos a las reacciones que experimentamos: alegría, tristeza, angustia, miedo, frustración, entre otros, que pueden ser moderados cuando somos conscientes de que enfrentamos a una realidad concreta.
Complementariamente, y a pesar del desprestigio informático, hay una demanda muy seria a quienes viven de la profesión periodística, que se relaciona con el cumplimiento ético en la labor informativa. En pocas palabras, al respeto de la verdad: por ello, resulta oportuno recordarles lo señalado por un viejo defensor de la libertad de expresión: Emilio Filippi(*), quien recomendaba seriedad en el tratamiento de la información. Según él, el periodista cuando deja de ser un simple intermediario y ejerce un periodismo profesional, debe “verificar la verdad del boletín, la entrevista o la rueda de prensa, a partir de un doble supuesto: que el poder personal o institucional suelen echar mano de la mentira o de las verdades a media, y que es deber del periodista proteger a sus lectores o receptores del engaño del poder”. Vale decir, verificar, contextualizar y contrastar. Lo contrario es convertir la subjetividad, la falsedad o mentira en verdad.
En este complejo escenario, el compromiso moral significa que cada persona es el principal protagonista del acto que realiza; y en tanto único causante, debe asumir sus responsabilidades. Los momentos actuales aparecen oportunos para reflexionar y ciertamente cambiar. Reflexiones como las de Filippi resultan aleccionadores sobre todo cuando anota: “Hemos tratado de reflexionar en voz alta, porque no quisimos que pasase lo que, durante los césares, cuando no se podía hablar y, entonces, se perfeccionó el arte de callar, que dejaba adivinar lo que se pensaba. Pero ese silencio incluso llegó a ser estimado sedicioso. Creímos nosotros, en cambio, en la fuerza de la verdad”.
En el fortalecimiento de la democracia y de los valores ligados a ella, acercarnos a la verdad es un reto necesario, pues constituye una sólida base para nuestra vida y realización colectiva.
* Periodista chileno (1928-1987), consagró su vida al derecho a la libertad de expresión
COMENTARIOS