Covid-19: amenazas nacionales e internacionales

Ha comenzado la competencia de congresistas con las mejores ideas para arruinar al país mediante perniciosas iniciativas legales, reforzadas por los peores ejemplos de conducta. Todo indica que los nuevos parlamentarios pretenden tener una nueva forma de inmunidad parlamentaria: la de estar exentos de la cuarentena. Parecen convencidos de que tanto ellos como los empleados y trabajadores del Congreso son resistentes al Covid-19, y que el universo de la Plaza Bolívar es una isla a prueba del microbio. 

Se reúnen para proponer leyes tan absurdas como las presentadas por la señora Mónica Saavedra –a nueva lideresa de Acción Popular– y la señora (Luz Milagros) Cayguaray, del FREPAP. La primera propone suspender por dos meses el pago por todos los servicios públicos, y la segunda lidera un exuberante proyecto de “Impuesto solidario a las grandes fortunas”, que solo puede ser fruto de la mente afiebrada de un asesor de extrema izquierda. Ambas iniciativas compiten en irresponsabilidad, oportunismo y desesperación por figurar. Son ejemplos que podrían cundir entre sus colegas y sumarlos al esfuerzo de demostrar que el novísimo Congreso corre el riesgo de ser peor que el anterior. 

Sería deseable que el Oficial Mayor circule el texto del artículo 79 de la Constitución para que los legisladores novatos sepan que “no tienen iniciativa para crear ni aumentar gastos públicos, salvo en lo que se refiere a su presupuesto”; que “El Congreso no puede aprobar tributos con fines predeterminados, salvo por solicitud del Poder Ejecutivo”; y que cualquiera de sus iniciativas tributarias sobre “beneficios o exoneraciones requieren previo informe del MEF”.

Estas precoces manifestaciones de populismo parlamentario nos advierten que la lucha contra el Covid-19 puede complicarse con la presencia del virus político que ha impedido a la mayoría de congresistas ver las peligrosas consecuencias de entregar al antaurismo las Comisiones de Energía y Minas, y de Fiscalización. 

Más allá del escenario doméstico, quiero incidir en una preocupación que puede ensombrecer, aún más, el horizonte internacional. 

Frente a una pandemia que no solo afecta la salud a escala global sino a la civilización de la libertad propia de las naciones democráticas, la prestigiosa revista The Economist advierte que el rol determinante de los estados en el combate contra las pandemias los lleva a aferrarse a los poderes excepcionales que ejercen durante las crisis. “El Estado en los tiempos del Covid-19” es el titular (traducido) de su editorial del 26 de marzo (https://www.economist.com/leaders/2020/03/26/the-state-in-the-time-of-covid-19). Recuerda que en menos de cuatro meses el coronavirus se expandió desde Wuhan hasta casi todos los países del globo, alcanzando 253,000 contagios. 

Es un oportuno llamado de atención sobre las amenazas inherentes a la potencia de los instrumentos informáticos que multiplican la posibilidad de invadir la privacidad –y la libertad– si los estados y las grandes corporaciones continúan aplicando la supervigilancia utilizada durante las pandemias para entrometerse en nuestras vidas cada vez que pulsemos las pantallas del teléfono celular.