Arturo Valverde
Consejos para Sancho, el gobernador
“Procura descubrir la verdad entre las promesas y dádivas del rico”
Don Miguel, andaba el otro día hablando con un hombre en un quiosco de periódicos, acerca de los consejos que deberían tomar en cuenta quienes tienen la responsabilidad del cargo público. Entonces recordé lo dicho por don Quijote a Sancho, cuando tomó gobierno de la ínsula Barataria.
De todos sus consejos, copio los siguientes:
“Primeramente, ¡oh, hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo sabio no podrás errar en nada.
Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse….
Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores…
Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico.
Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.
Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”.
Y también estos otros:
“No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César.
Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres…
No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería.
Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala.
Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.
Ten en cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni eructar delante de nadie. (…)”.
He anotado estos consejos en un papel y, la siguiente semana, cuando me encuentre otra vez con ese hombre, en el mismo puesto de periódicos, se los entregaré. Espero que los use bien.
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