Tino Santander
Con hambre no hay democracia
Millones de familias peruanas han quedado a la deriva por la pandemia
La situación de hambre y desempleo en la que viven millones de peruanos, al haber perdido su trabajo y quedado sin ingresos, se asemeja a la de millones de estadounidenses que hacen largas colas frente a los bancos de alimentos para comer. Los Estados Unidos tienen ahora 30 millones de desocupados; pero como potencia mundial, cuenta con ingentes recursos económicos y sociales para hacer frente a la tragedia, además de un Estado e instituciones que funcionan bien. El prestigioso The New York Times informa allá de la difícil situación que atraviesa su país; mientras acá, en el Perú, no sabemos qué sucede con millones de familias que han quedado a la deriva a raíz del terrible impacto del Covid-19.
Un extenso informe de la Escuela de Gobierno y de Políticas Públicas de la Universidad Católica concluye que “el impacto social y económico que produce esta epidemia de Covid-19 en nuestro país desnuda, una vez más, las serias deficiencias del Estado peruano en la gestión de la salud, la educación, la promoción de empleo, el desarrollo tecnológico, etc.”. Asimismo, agrega que “la situación cambió muy poco a pesar de más de una década sostenida de crecimiento económico”.
Es evidente que con el funcionamiento deficiente del Estado, como sostiene el informe, no es posible solucionar la profunda crisis social y económica que deja al descubierto el Covid-19. La cantidad de infectados y fallecidos sigue creciendo de forma exponencial, y la información oficial al respecto es incompleta y poco confiable. Si en los Estados Unidos la crisis en estos momentos llega a los nivel más altos con miles de fallecidos, como informa el The New York Times, en el Perú la crisis sigue creciendo incontenible y traerá consecuencias impredecibles, según opinan prestigiosos analistas internacionales
El Gobierno ha destinado S/ 30,000 millones a los bancos y grandes empresas para evitar que se rompa la cadena de pagos; una cifra desproporcionada, 30 veces mayor a la destinada a los programas sociales y a quienes han perdido su trabajo e ingresos y no tienen qué comer. Con el funcionamiento del actual sistema neoliberal se abandona a millones. Es el caso de los migrantes que retornan caminando a sus regiones, huyendo del hambre y de la miseria; es el de los miserables bonos que reciben los más pobres, paliativos de ayuda que no crean trabajo con ingresos estables. Miles están contagiados en los mercados populares, en tanto millones de familias no saben qué harán cuando se les acabe el poco dinero que tienen ahorrado. Somos testigos de que en muchas regiones cientos de personas están en los basurales buscando comida.
Esta dramática realidad no va a terminar con el levantamiento de la cuarentena. Es imprescindible entonces organizar los comedores populares, a través de los municipios y las organizaciones sociales que tienen amplia experiencia. Es urgente promover el empleo agilizando la inversión pública y privada en infraestructura agraria para ampliar la frontera agrícola, promover el crédito agrario; desburocratizar la inversión minera, impulsar la formalización de los pequeños y medianos mineros, acabar con la usura de los bancos y de las AFP, y terminar con el monopolio farmacéutico que encarece las medicinas. Estas son tareas urgentes que debe impulsar el nuevo Estado democrático que defienda primero la vida para salvar al Perú de la catástrofe social.
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