Jorge Varela
Chile se aferra a la efebocracia
La proyección de un cambio cultural

¿Qué ha ocurrido en Chile, nuestro vecino-hermano del sur? ¿Algo similar a lo que aconteció con el arribo a Palacio Pizarro de Pedro Castillo y sus huestes cerronistas? El resultado de la reciente elección presidencial es la expresión de un Chile arrinconado entre dos opciones político-ideológicas exacerbadas por la pasión, el temor y el riesgo de caer a los acantilados del abismo. Si bien habrá que esperar el aterrizaje del próximo gobierno y sus acciones, a futuro no se divisa un horizonte claro y tranquilo ni la pronta llegada a la tierra prometida. Por ahora asoman todas las incertezas que se han arrumado en la antesala del mandato, obstaculizando la visión.
Chile ya supo lo que era vivir con padres autoritarios fuertes, implacables, severos, lejanos, empecinados, obtusos, algunos frívolos, ególatras, faranduleros, ecuánimes, ausentes o displicentes y enseguida encontrar cobijo acogedor bajo la mirada cómplice de una madre traviesa, astuta y complaciente con su descendencia. Hoy nuestros hermanos y vecinos han querido darle permiso a un hombre joven, experto en caminar por la calle del descontento donde sobresalen los que gritan más fuerte y los violentos. Chile así lo ha decidido y para sus ciudadanos ya no habrá posibilidad de volver atrás, Podrán arrepentirse y llorar hasta sufrir, pero ahora solo cabe esperar el curso de los acontecimientos.
Alguien podría decir: este resultado se parece al Chile del momento: desigual, inestable, inmaduro, irreflexivo, temeroso e inseguro, y por lo mismo rabioso, violento. Sí, ya sé, es que el pueblo ha sido demasiado castigado. Entonces, no le exijas comportamientos delicados.
La fractura social de años será difícil de reparar
Además de que el jarrón social-institucional está fracturado hace muchos años, existe una brecha generacional que ha crecido alimentada por la desatención de una sociedad que tiende a envejecer y la prédica de valores e ideas rupturistas perversas diseminadas desde la academia roji-progresista de raíz pequeño-burguesa cuyo demérito ha sido envenenar los espíritus surgentes con intención de provocar un cambio cultural.
“En cualquier caso, la grieta entre sociedad y política seguirá creciendo”, ha escrito el antropólogo Pablo Ortúzar. “La lucha a muerte por el poder de los de arriba está cada vez más desacoplada de la lucha por una estabilidad vital próspera de los de abajo. Y si los convencionales (constituyentes) no reaccionan -y nada indica que quieran hacerlo- escribirán sólo un capítulo más en el naufragio de nuestra democracia”. (artículo “No será hermoso ni estará bien”, La Tercera, 18 de diciembre de 2021)
Un vaticinio realista
A juicio de Ortúzar, “lo único que sabemos sobre el próximo gobierno”, “es que no será hermoso ni estará bien”. “Quien gobierne decepcionará”. El apretón económico viene sí o sí, la lucha partisana elitista no dará tregua y, en esas condiciones, delincuentes e insurgentes seguirán desafiando límites. Luego, si el plebiscito de salida se convierte en un plebiscito de aprobación respecto del gobierno de turno, esto podría explotarle en la cara a quien sea que gobierne”. (artículo citado)
La suerte de Chile ha comenzado a pender además de un proceso constituyente incierto, en el cual hasta la subsistencia de la democracia en cuanto sistema institucional pudiere estar en peligro. No es una buena noticia, pero puede ser el titular informativo que tengamos que leer u oír los próximos meses, a pesar de la voluntad real u oculta de quienes gobiernen o de los que somos simplemente ciudadanos. No se olvide que ya se intentó mediante el caos imponer un estado de insurrección social y se trabajó para lograr la renuncia del actual Presidente de la República.
La receta de la radicalización no parece por ahora ser la fórmula óptima para salir jugando con todo mientras se tiene el apoyo de los árbitros que están de su lado y el arco contrario se encuentra a disposición, -desguarnecido temporalmente-, aunque las dosis se apliquen con algo de gradualidad y realismo como ha propuesto el economista coreano Ha-Joon Chang de la Universidad de Cambridge, (referente intelectual del Frente Amplio chileno).
Otras alternativas funestas serían caer en el típico populismo demagógico latinoamericano o deslizarse coincidentemente hacia un autoritarismo dogmático y excluyente. Mientras esperemos que no se lleve a cabo el propósito manifiesto de un sector antidemocrático de izquierda que continúa con su amenaza de “quemar el Reino”. El nuevo gobernante sabe, -porque los conoce-, que tendrá que lidiar contra el delirio de sus propios compañeros y que deberá evitar ser el mascarón de una nave mal estabilizada y a la deriva.
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