Fernando Peña

Cajamarca: donde todo empezó (segunda parte)

La experiencia de jóvenes becados gracias a Minera Yanacocha

Cajamarca: donde todo empezó (segunda parte)
Fernando Peña
15 de marzo del 2018

 

Entre el anhelo y la nostalgia

¿Cuánto afectó la primera experiencia tan lejos de la familia y en medio de una realidad social tan diferente?

-  En un primer momento, me afectó mucho —sostiene Yesenia—. Al poco tiempo que estuve allá falleció mi tía-mamá; me deprimí. Fue muy fuerte para mí. Salvo ese doloroso episodio lo demás, pude manejarlo. Soy de Celendín (provincia ubicada al noreste de Cajamarca, distante a poco más de 100 km) y desde los quince años en que fui a estudiar a Trujillo debí administrar mi vida sola, anota.

-  En lo personal debí aprender de cocina, lavandería, limpieza, fue la primera vez que me aparté del seno familiar, apunta Miguel.

Moverse en la ciudad fue complicado durante las primeras semanas. Y es que, señalan, el inglés avanzado que alcanzaron en el Perú se tradujo en un inglés básico en medio de la cotidianidad estadounidense. Por lo demás, las enseñanzas en el seno familiar contribuyeron a hacer llevadera la pena por la lejanía de la familia y los amigos. Todo ello, reconocen, los ayudó a correr las inevitables oleadas de nostalgia que debieron disipar entre estudios, aprendizaje del idioma y el día a día. No faltó que unos a otros debieron brindarse el necesario soporte emocional, y algunas veces prestarse el hombro para derramar no pocas lágrimas. A pesar de todo, no podían aflojar, estaban allí para tallar un futuro mejor, para dejar huella.

Y entonces el asunto del idioma ¿Cómo lo manejaron?

-  Nos encontramos con que el acento y los modos del hablar de los estadounidenses distan del inglés que nos enseñan los profesores hispanoparlantes. En el transcurso de aprendizaje del idioma yo huía de los hispanos, quería apresurar el proceso y aquellos no me ayudaban. Tuve que buscar un compañero de habitación que fuera nativo de Estados Unidos para practicar mi inglés —cuenta Brian.

-  Pero además interactuábamos con toda clase de extranjeros que estaban en la misma condición nuestra: chinos, tailandeses, africanos, mexicanos, ucranianos, etc. Ello hizo más complicado nuestro proceso de aprendizaje del idioma, cada quien, dependiendo de su origen, tenía sus propios vicios —acota Netty.

Para estos jóvenes becarios provenientes de la sierra norte del país, de bucólico universo y vida pausada, encontrarse de pronto con una realidad tan distinta lejos de arredrarlos los determinó a descubrir lo mejor de sí. Superado el torbellino de sensaciones de las primeras semanas, y el natural deslumbramiento por la metrópoli; asegurado el ingreso a la universidad, mochila al hombro decidieron recorrer el país del norte, y mascullando su rudimentario inglés, marcharon a conocer nuevas realidades, nueva gente con la cual establecieron lazos de imperecedera amistad.

En el período de estudios ¿cómo hicieron con las clases, con las exposiciones?

-  En realidad entendía la mitad de lo que el profesor hablaba en clase. Llegando a mi habitación leía los textos y ello me permitía terminar de entender las explicaciones brindadas en aula —recuerda Yesenia.

Valoran que no les hicieran comentarios fuera de lugar respecto al precario dominio del idioma. Señalan que siempre hubo respeto por parte de los compañeros de estudio y los profesores. Además, sostienen, muchos estaban en semejante situación. Recuerdan que los reconfortó y acicateó el que los compañeros estadounidenses les dijeran: “al final de la maestría habrás dominado un nuevo idioma, nosotros seguiremos hablando solamente inglés”. Conforme se esforzaban en dominar el idioma, un profesor les explicó que cuando soñaran en inglés habrán alcanzado un alto nivel en su aprendizaje. Así fue, aseguran.

¿Cómo afrontaron el asunto de la comida?

-  Para mí, sostiene Dael, fue muy duro. Debí aprender que hay lugares en que la comida no se disfruta —sonríe.

Sin embargo, había que alimentarse, y encontraron entonces una interesante forma de aprendizaje e intercambio cultural: reunirse con compañeros de estudio, provenientes de diversos lugares, para cocinar y probar distintos potajes que aplacaran la añoranza por el cuy frito con picante de papa, por el frito con ceviche, por el caldo verde.

 

Volviendo a casa

Coinciden en que la experiencia les cambió la vida, les elevó la autoestima. Convienen en que sin el soporte de la empresa minera la oportunidad se les hubiera hecho cuesta arriba. Y han aprendido a manejarse independientemente y a planificar cada paso.

Uno de los compromisos adquiridos por los becarios, fue dedicar a su retorno dos años de trabajo al servicio de alguna empresa o institución cajamarquina. Cada uno de los ex becarios debió ubicarse en instituciones públicas y privadas. No fue fácil. Y es que, a pesar de la urgencia de profesionales altamente capacitados, muchas veces la juventud, en una realidad como la nuestra, resulta casi un demérito.

A pesar de ello, o tal vez gracias a ello, aquellos jóvenes cajamarquinos que no hace mucho volaron en alas de la ilusión a complementar estudios y con ello desplegar oportunidades, están embarcados en proyectos personales de incidencia social. Allí está Netty y su proyecto Acuaponic –tras hacer ganado el concurso Start Up Perú; con recursos del Fondo Marco para la Innovación, Ciencia y Tecnología; y, del Ministerio de la Producción- en el caserío de Espina Amarilla, distrito de San Silvestre de Cochán, provincia de San Miguel, a 71 Km., al noroeste de la capital de la región; a más de 3500 msnm, y respecto al cual ya han expresado su interés diversas empresas. Yesenia y Brian acaban de ganar un importante premio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Fundación FEMSA para desarrollar métodos alternativos de captación de agua: Water Air.

Entre tanto, Dael dio un giro sustancial a su existencia y espera concluir su paso por la Academia Diplomática, De modo que, al tiempo de complementar la formación inicial, logre luego, desde alguna remota embajada, servir generosamente al país.

Por su lado, Miguel es, en esta parte del mundo, uno de los más destacados miembros del voluntariado internacional del Project Management Institute, la más grande organización global que asocia a profesionales relacionados con la Gestión de Proyectos. Adicionalmente, se desempeña como Coordinador de la Escuela de Post Grado de la Universidad Peruana del Norte.

Son las seis y cuarenta, cae una menuda y persistente lluvia que ha tornado fría la obscura tarde. Conforme bajo por la angosta vereda de la empinada tradicional calle Pisagua, concluyo en que la actividad minera en Cajamarca no solo dinamiza la economía, potencia también el capital humano que permite abrigar la esperanza, más temprano que tarde, de un futuro promisorio para la región. Coincido entonces con Paulo Freire en que “la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.

Fernando Peña
15 de marzo del 2018

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